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Queridas personas:

 

En dos ocasiones a lo largo de mi vida, alguien que intentaba consolarme tras una ruptura, me prometió que el tiempo me curaría, que dejaría de doler. Ambas promesas se cumplieron, pero mientras que en el primer caso solo pasaron unos meses, en el segundo el malestar duró más de un año. Esta desproporción entre lógica y sufrimiento, a día de hoy, me sigue pareciendo incomprensible, pero no hay nada que hubiera podido hacer para atajar el dolor.

Sé por experiencia que, ante un suceso más grave que una decepción amorosa, el cerebro es capaz de aplicar ciertas medidas de emergencia, bloqueando recuerdos y emociones para evitar que colapses. El trauma desde luego lo pagarás más adelante, pero a corto plazo podrás seguir funcionando. Sin embargo, cuando se trata de un desamor, no suele implementar ese protocolo suyo y deja que experimentes el dolor, día a día, en su más agónica intensidad.

Después de todo, esa parte más animal y cruel de tu cerebro sabe que no te vas a morir por no estar con la persona que quieres. Dicho así, ¿no suena casi ridículo, un simple capricho? ¿Entonces por qué duele tanto? 

Esta carta está dedicada a todas las personas que han sufrido, están sufriendo o sufrirán por amor. No incluye fórmulas mágicas de curación y ni siquiera califica como autoayuda. Solo es un intento de aliviar la sensación de soledad que a veces agrava este tipo de pena. Porque lo curioso es que cuando más abandonados y vulnerables nos sentimos es cuando más motivos tenemos para conectar con los demás.

Canciones para un desencuentro

Pensaríais que lo he tenido difícil para elegir una canción, solo una, de desamor. Pues no. Porque para mí no se ha escrito otra más perfecta que esta. Como sé que estas cartas las lee gente muy joven, llevo desde hace tiempo fantaseando con la idea de descubrírsela a alguien y que si la escucha con atención quede tocado para siempre.

Filosofía de vida.

Un impacto profundo

Todo lo que ha hecho Sophie Calle en su vida me fascina enormemente y me horroriza un poco. Me genera esa mezcla de emociones y desasosiego que creo que debe provocar el arte. Pero mejor en esta carta me limito a hablaros de Dolor Exquisito, un libro en el que desentierra un desengaño amoroso de su pasado y lo disecciona, comparándolo con el sufrimiento de otras personas. Al exponer esa pena a lo largo del libro, se le va deshaciendo entre las manos hasta desaparecer. Odio la romantización del dolor en general, pero sí creo que explorar las emociones y crear algo bonito con ellas es la mejor forma de exorcizarlas.

Un anestésico, por favor.

Lecturas que se quedan contigo

Este texto que escribió Maureen O'Connor hace siete años me sigue pareciendo una maravilla. Si vosotros, como yo, durante un proceso de ruptura os habéis sentido las personas más desgraciadas del mundo, sabed que algo de razón teníamos, porque en toda la historia de la Humanidad nadie como esta generación lo ha tenido tan difícil para desconectar de sus ex (bueno, a menos que fuera tu propio hermano de 12 años y además faraón del imperio donde vives, pero estas ya son situaciones más complejas...).

Palabras mágicas

 

Me decidí a escribir esta carta porque el otro día me topé con este poema de Edna St. Vincent Millay y por fin lo entendí: era eso, me dije, lo que más dolía no era la ausencia en sí, sino la errónea certeza de que por lejos que fuera y por mucho tiempo que pasara, no me libraría nunca de ella.

Datos que hacen el mundo más interesante

La ficción tiene la culpa de casi todo lo que está mal con el amor, pero un tópico narrativo que me encanta es el de los protagonistas que, cuando comienza la historia, se encuentran hundidos por un rechazo o una ruptura. Si la narración no se molesta en darnos muchos detalles sobre este asunto y la otra persona implicada ni siquiera aparece en escena, como espectadores sabemos enseguida que al protagonista le ocurrirá algo mucho más importante: comenzará una aventura o conocerá a otra persona. Incluso en Romeo y Julieta, la historia de amor por excelencia (y me remito a la primera línea de este párrafo), Romeo conoce a Julieta en un baile al que ha ido deprimido, con la intención de atisbar, aunque sea de lejos, a Rosalina Capuleto, la mujer que le ha rechazado porque quiere mantenerse casta (o eso le ha dicho ella).
Probablemente Romeo sea un pésimo ejemplo vital en cualquier aspecto, pero me gusta entender esta situación del baile como una metáfora. Me gusta pensar que a veces estamos emocionalmente atrapados en lo que parece el gran drama de nuestra vida, cuando en realidad todas esas decepciones no son Julietas, sino Rosalinas y la verdadera historia está a punto de empezar.

Muy fácil decirlo.

Carmen del pasado

No estoy dedicando esta carta al desamor porque lo esté sufriendo ahora (por favor, que nadie se preocupe), sino porque desde que empecé Flecha, e incluso antes también con OLA, he recibido muchos mensajes de personas que están atravesando una ruptura y que, por un motivo u otro, encuentran en mis cartas cierto alivio. Empatizo con ese dolor porque lo he vivido, y cada vez que me acuerdo, sufro por no poder decirme a mí misma estas cinco cosas, que quizá alguien me dijo en su día pero que tardé demasiado en creer. 

Me despido por hoy. Hasta que nos volvamos a ver intentad desenamoraros lo menos posible para no liar más las cosas y reenviad esta carta a todos aquellos que la necesiten, aunque sea solo para que sepan que estáis ahí.

Es una orden.

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📸 CRÉDITOS

1. Foto de Nina Leen para LIFE Magazine, 1947

2. Fotograma de Cries & Whispers, 1972

3. Ilustración de Pierre Mornet

4. @veryrealfantasy en Instagram

5. Origen irrastreable