El otro día me topé por casualidad con una cita de Van Gogh y sentí como si, de una forma milagrosa, el universo me hubiera leído la mente y me hubiera proporcionado las palabras adecuadas en el momento justo.

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Ilustración de Helen Stratton

Queridas personas: 


El otro día me topé por casualidad con una cita de Van Gogh y sentí como si, de una forma milagrosa, el universo me hubiera leído la mente y me hubiera proporcionado las palabras adecuadas en el momento justo. La cita era «The way to know life is to love many things». Es bonita, ¿verdad? No diré que no sea cierta, pero la triste realidad es que no era lo yo estaba pensando. Resulta que, a primera vista, había leído la frase al revés: «The way to love life is to know many things». Y que me perdone Van Gogh, pero esa es la frase con la que me quedo.


Cuando me atrapa el hastío vital y despertarme cada mañana me parece una tarea insoportable, lo único que logra sacarme de ese bache es la curiosidad. Aprender el nombre de un árbol o una galaxia, descubrir que existe una tecnología imposible o un medicamento nuevo, buscar la foto de un animal que hasta ese momento no conocía o leer una cita de alguien que murió hace cientos de años. Ese es el tipo de cosas que me recuerdan por qué merece la pena estar aquí.

🎧 Vivimos en una época en la que un amigo puede mandarte un enlace y descubrirte al momento una canción preciosa. Y nos parece algo completamente normal.

Un descubrimiento

Estoy orgullosa de poder recomendaros el documental Mission Blue porque lo descubrí gracias a una pequeña dosis de azar y una gran dosis de intención. Me obligué a mí misma a buscar algo que pudiera interesarme y salvar un día que había sido por completo gris. Así conocí la historia de Sylvia Earle, una bióloga marina cuya pasión por el océano te atrapa desde el primer minuto. Tampoco es que sea muy difícil. ¿A quién no le va a fascinar el océano?

Carmen del pasado

Hay gente que necesita tomarse una tarde libre para ir a un spa, quedar en un bar con sus amigos, ver el atardecer en la playa... Yo no diría que no a ninguna de esas cosas, pero lo que realmente necesito es estar en paz una mañana de sábado y no dedicarme a nada más que investigar en internet la vida de alguien que muriera hace mucho tiempo. Si no satisfago mi curiosidad ocasional por unos datos aleatorios sin ninguna relevancia en mi vida, no soy persona. Es así y no puedo hacer nada para evitarlo, así que al menos a veces hago un hilo de Twitter y comparto lo que descubro.

Un tesoro

Un caliz con forma de león del imperio aqueménida para que recordemos que hace dos mil quinientos años existían personas con costumbres interesantes.

Un juego

Este sencillo juego online me lo descubrió una lectora de Flecha y si tuviera que elegir entre que existiera la Capilla Sixtina y este juego, elegiría este juego. Así os lo digo.

Un podcast

Este podcast y su segunda parte son probablemente mis episodios de podcast favoritos. Sé que en cierta forma se debe a que los escuché en un coche, mientras atravesábamos Jaen en un día muy feliz de invierno, pero les guardo un cariño especial porque sus protagonistas lograron contagiarme su entusiasmo. Envidio de verdad a la gente que tiene una pasión clara. Es el mayor de los tesoros: una fuente inagotable de curiosidad que te dura toda la vida.

Me despido por hoy. Espero que en esta carta hayáis encontrado algo nuevo que saber o querer.

La música siempre es buen camino.

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