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Untitled de Brian Oldham
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Queridos míos:
Es curioso lo bien que se ajusta el nombre de «OLA» a este verano, no en lo que se refiere al mar, sino por el tipo de gráfica que describe. A veces, cuando encuentro intactos los pequeños placeres estivales y me siento capaz de disfrutarlos, mi ánimo asciende de forma repentina. Pienso que la vida es maravillosa y que estas circunstancias extraordinarias no hacen más que poner en relieve los buenos momentos. Otras veces, sin embargo, me encuentro, sin motivo ni propósito, mirando fijamente algún punto del infinito, como Stains, el perro del mejor gif de la historia.
Ese subir y bajar no es muy distinto, supongo, de la vida sin pandemia. La dinámica de siempre, pero con mayor desnivel.
Lo bueno de este verano es que ha quedado poco espacio para la absurda competición de aparentar felicidad. Quien enseña sus fotos de la playa y quien las mira con envidia comparten por primera vez la misma inquietud de fondo, la misma incertidumbre. Y sabemos mejor que nunca, porque lo tenemos reciente, que el bienestar mental no es un catálogo de poses y sonrisas. Que nuestro oleaje interior es complicado e invisible y jamás debemos medirnos en la felicidad estática que proyectan los demás.
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πLa canción
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Para esta carta necesitaba un tema acuático que anímicamente fuera capaz de mantenerme a flote. Y este clásico siempre lo consigue. Me maravilla lo bien que, a mis oídos, ha envejecido el trip hop comparado con otros géneros que escuchaba por la misma época. Quizá porque ya entonces sonaba a música para ancianos intentando tomarse con calma el apocalipsis.
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π€ Esta semana me han avisado de que van a descatalogar uno de mis libros. Me deprime, pero no me sorprende porque, como conté aquí, es un libro maldito que, aunque me sigue gustando, arrastra toda una serie de catastróficas desdichas. Si queréis haceros con un ejemplar es ahora o nunca porque se van a deshacer del stock. Después de eso, los derechos volverán a ser solo míos y esto me produce una mezcla extraña de tristeza y alivio para la que no creo que ni siquiera el alemán tenga una palabra.
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No suelo recomendar aquí cosas de las que ya habla todo el mundo, pero quizá llego a tiempo de descubriros el podcast que me ha obsesionado estas semanas, a pesar de que el tema de primeras no me interesaba mucho. Está tan bien producido, tan bien escrito, que cada minuto de escucha se disfruta. Terminarlo me ha dejado un poco huérfana y ahora siento la necesidad de que el mismo equipo de personas me cuente en este formato la historia de España desde los Reyes Católicos.
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Al escribir sobre las olas y esa fluctuación caprichosa del espíritu, me he acordado de este texto precioso y sabio que, más que recomendaros, os receto encarecidamente. Es una reflexión a la que aferrarse como a un bote salvavidas.
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Me despido ya, marineros. Espero que esta semana no traguéis mucha agua y que sorteéis con éxito cualquier marea.
Con cariño,
Carmen
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