Queridas personas:

Tengo la sensación de que cada vez que os escribo el mundo ha cambiado. Estos días hacemos bromas personificando a 2020, como si fuera una entidad siguiendo su propia agenda de caos, o hablamos de «la simulación», como antiguamente otros se quejaban del «capricho de los dioses». Pero en el fondo sabemos que si nuestro mundo se está deshaciendo en pedazos no es porque lo esté golpeando una mano invisible, sino porque se está resquebrajando. Las grietas llevan siglos ahí y están todas conectadas en una gran maraña de causalidad.

¿Os acordáis de lo que os contaba en mi primera Flecha? Os hablaba del lenguaje como un virus sin sospechar que pocos meses después nos enfrentaríamos a una pandemia real. Pero lo que os dije ha cobrado aún más sentido. No creo que estemos, ni mucho menos, en la época más convulsa de la historia. Solo en los últimos siglos hemos superado otras epidemias terribles y dos guerras mundiales. Pero sí es la primera vez que podemos ver y comunicar los efectos de ese resquebrajamiento, de manera masiva e inmediata. Y eso tiene a su vez un efecto. ¿Servirá para evitar el deterioro o para acelerarlo?

La única conclusión que puedo sacar de estos días es que mi cerebro no está preparado para asimilar, valorar y responder de manera eficiente a tanta información. Pero tampoco está hecho para contemplar los acontecimientos de manera indolente. Si de verdad el mundo fuera una simulación y yo tuviera acceso a los mandos, ahora mismo no intervendría de ninguna forma. Simplemente le daría a pausa.

Esta es la última Flecha de esta temporada. Espero que estas dieciséis cartas os hayan hecho reflexionar, como me proponía, o al menos os hayan acompañado estos meses. No penséis que esto significa que os abandono. Todo lo contrario. En dos semanas os llegará la primera OLA de este verano, que mandaré cada semana hasta finales de agosto. Mi idea es que sean cartas más ligeras y con otro tono, porque no sé vosotros, pero yo necesito una buena dosis de evasión.

Siempre que dudo si tiene sentido implicarse en algo, si tiene sentido escribir sobre ello o si no sería mejor abandonarme por completo al cinismo, escucho esta canción y se me pasa. Me parecía bonito cerrar con ella esta temporada de Flecha porque este proyecto nació de ese espíritu.

Seguro que a estas alturas habéis leído de sobra sobre los conflictos raciales en Estados Unidos. Yo escribí mi opinión aquí y animé a mi hermana a que escribiera acerca de algo que nos hizo plantearnos nuestra responsabilidad como autoras (hablé un poco más sobre esto en mis stories). Creo que la ficción tienen mucha influencia en nuestro imaginario colectivo y por tanto debe reflejar la diversidad del público que la consume. Estos días se han estado listando ensayos y documentales estupendos, pero yo os recomiendo los libros de los que hablaba en el post de Instagram, la trilogía de The Broken Earth de N. K. Jemisin. Los recomiendo por dos razones: porque la autora es negra y aporta una perspectiva diferente que se agradece mucho. Y porque son unos libros increíbles.

Mi amigo Manuel me mandó el primer capítulo de Biotopía un poco antes de que se estrenara, justo uno de esos días en los que me había convencido a mí misma de que en este mundo ya no queda espacio para hacer cosas creativas por el propio disfrute de hacerlas y me salvó la tarde, la verdad. Creo que es mejor ponerse a escucharlo sin saber nada, así que aquí lo tenéis.

Wallaland

Si me seguís en Instagram o Twitter, supongo que ya lo visteis, pero el sábado pasado por fin pude compartir uno de esos textos-catarsis que me costó horrores escribir y al mismo tiempo me quitó un peso de encima. Es decir, la definición de terapia.

Aparte de esta carta he escrito algo más pensando en vosotros. No puedo poner el enlace aquí porque a la hora que os escribo aún no ha salido publicado, pero cuando me leáis es muy posible que ya esté listo. Así que id a mi Instagram y entrad a mis stories que allí os estaré esperando para indicaros el camino. Consideradlo un adelanto de OLA.

Otra vez el vértigo al despedirme. Pase lo que pase, en dos semanas será casi verano y tendremos una cita.

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