Ver en navegador

Queridas personas:

¿Habéis seguido mi consejo? ¿Os habéis abstraído preventivamente durante estas dos semanas? Imagino que, como a mí, os resultará difícil, teniendo en cuenta el ritmo desquiciado de los acontecimientos globales. Es cada vez más difícil mantener el cortafuegos mental entre la realidad y nosotros.

En la última semana me he dado cuenta de que las conversaciones con personas de mi entorno han girado sobre temas distintos: tecnología, política exterior, política interior, ecología y pandemia. Y sin embargo, en todas se ha establecido un debate similar: ¿hasta qué punto deberíamos estar aterrorizados? Nuestra capacidad de espanto es limitada y nadie quiere invertirla donde no toca.

Estos días es más difícil que nunca encontrar un término medio entre la preocupación paralizante y el cinismo egoísta. Necesitamos seguir funcionando, pero no queremos dejar de empatizar ni que la catástrofe nos pille por sorpresa. Creo que perdonar nuestra incoherencia, entender que hay días en los que sentimos demasiado y días en los que optamos por desconectar de todo, es lo que más nos acerca al equilibrio.

Todo esto me ha hecho recordar la expresión fin de siglo (o fin de siècle si eres un poco más esnob), que se usaba a finales del XIX para describir esa mezcla confusa de ansiedad, pesimismo y esperanza ante el futuro. La entrada en wikipedia en inglés es mucho más completa, pero me quedo con esta frase barroca y fantástica del artículo en español: «la expresión fin de siècle se asocia a aquello que tiene una ominosa mixtura de opulencia o decadencia, combinada con un prospecto compartido de un cambio radical inabordable».

Ninguna época en la historia ha tenido las particularidades de esta. Pero el sentimiento de navegar aguas desconocidas es inherente a la condición humana. Os prometo que esta misma ansiedad, este desasosiego, ya se ha experimentado antes.

 

Canciones para un apocalipsis

Para esta carta os traigo a uno de los grupos españoles que más me interesa ahora mismo, con dos temas, este y este (no he podido decidirme por uno), que son himnos oficiales de mi 2020. De hecho, me regalaron por mi cumpleaños una entrada para ir a verlos en concierto y por supuesto se canceló. Es una música perfecta para escuchar con cascos y a todo volumen mientras paseas por lugares especialmente encantadores de Madrid como la Cuesta de San Vicente o el intercambiador de Nuevos Ministerios.

 
Las noticias.
 

Universos a los que mudarme

Una cosa que a mí me funciona siempre para calmar la ansiedad propia es compararla con la ajena. Y si es de gente que en realidad no existe, pues mejor, porque así no hay conflicto moral. Si aún no habéis visto Succession, os recomiendo adentraros en su universo de sabandijas millonarias. Es una serie de giros tremendos con los que se te sale el corazón por la boca, pero además tiene diálogos que te hacen reír en voz alta. Como la vida misma.

 

Las redes sociales.

 

Un impacto profundo

Mirad, ¿seríais tan amables de decirme si esto lo he hecho yo? No está firmado por mí y además yo no sería capaz de dibujarlo, ¿pero no os parece que es más yo que las propias cosas que yo misma escribo?

 

Wallaland

¿Seguís la cuenta de Wallaland en Instagram para no perderos los fondos que subimos? Esta semana hemos creado una colección con pinturas de George Cochran Lambdin, que fue un señor que dedicó veinticinco años de su vida a pintar flores. Bravo por ti, George.

 

Cosas que te rompen la cabeza

A veces sientes un poco de ansiedad y te gustaría calmarte, pero en realidad no del todo, porque tu propio nerviosismo insiste en que debes mantenerte alerta, anticipándote a la calamidad. Pues tengo la solución perfecta: procrastinar durante horas en la cuenta de Kensuke Koike y entrar en un estado mental a medio camino entre la hipnosis y el desconcierto.

 

¿Una tila?

 

Lecturas que se quedan contigo

Cuando hace más de una década leí Las noches del Buen Retiro de Pío Baroja tuve una revelación: la vida de los jóvenes en Madrid es en realidad la misma desde hace más de cien años y por la noche la ciudad es un bucle espacio-temporal en el que, con ligeras variaciones, suceden los mismos dramas y se mantienen las mismas conversaciones. Fue en este libro donde descubrí la expresión «fin de siglo» y quiero mostraros este fragmento de diálogo para aportaros perspectiva (pensad que este libro va sobre los recuerdos de juventud de Baroja en el Madrid de 1898 pero está escrito en 1934, un año también interesante...)

 

Me despido aquí, queridas personas. Si llueve y no tengo un plan mejor, es muy posible que os escriba una posdata desde Instagram con más contenido. En cuaquier caso, espero que paséis un buen fin de semana y encontréis vuestra burbuja de calma en el frenético trascurrir de los tiempos.

 

Lo que acabo tomando.

 

🙏 Si eres tan amable de compartir esta carta, usa este enlace.

💞 Si justo vienes de ese enlace y te ha gustado, suscríbete.

 

🏃‍♂️ Y si quieres que mis flechas no te alcancen más, date de baja.

 

📸 CRÉDITOS

1. Lisa Fonssagrives en la Torre Eiffel por Erwin Blumenfeld, 1939

2. Origen irrastreable

3. Jessica Alba en Mad TV

4. Origen irrastreable
5. Collage de @veryrealfantasy