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Queridas personas:

Hace muchos años, de adolescente, en un lugar donde no debía estar, bebiendo cuando no debía beber, un chico que desde luego no debía conducir me confesó que le gustaba salir a escalar porque cuando estaba cerca de la muerte era cuando se sentía más vivo. Lo entendí perfectamente, del mismo modo que entendí que nos encontráramos allí corriendo riesgos estúpidos. Y me dio pena.

Me entristece que algunas personas necesiten ser tan literales a la hora de palpar los límites de la existencia, cuando con un ejercicio de abstracción o, más bien, desabstracción —porque vivimos abstraídos—, puedes alcanzar el mismo tipo de vértigo existencial hasta en una sala de espera. Solo tienes que cambiar el constructo mental que tomamos por la realidad, «soy Carmen, tengo hora a las 6 y fuera brilla el sol de la tarde», por algo mucho más crudo: «soy una criatura palpitante, extrañamente viva, atrapada en mi propia percepción del espacio-tiempo. Y eso que brilla en el cielo es una bola de fuego de un tamaño que ni siquiera acierto a imaginar porque nunca he contemplado algo tan grande». Supongo que pilláis la idea. Quedarse a vivir en el plano existencial es peligroso, pero no pisarlo con frecuencia me parece de una pobreza vital incomprensible. Me da pena de verdad.

Estos días, veo a personas de todo el mundo llorar en la tele. No es tristeza ni alegría sino una mezcla complicada de las dos cosas. La voz se les quiebra cuando hablan de los enfermos, de los muertos, de las familias que no pueden despedirse, del esfuerzo de los sanitarios, de la solidaridad de los desconocidos… Se nos ha caído parte de esta abstracción anestesiante que sosteníamos entre todos, y nos encontramos con un pie puesto en el plano de la existencia. El pensamiento en carne viva.

Cuando os mandé la carta sobre el entusiasmo, muchos me contestasteis diciendo que echabais de menos la capacidad para emocionaros que teníais en la adolescencia, cuando todo era nuevo y tan intenso que mareaba. Me pregunto si seguís pensando lo mismo ahora. Hace tiempo que quería volver a escribir sobre esto, pero al comienzo de la pandemia no me parecía adecuado: con todo lo que está pasando, ¿cómo voy a hablar yo de cosas bellas con las que emocionarse? Y más tarde, he comprendido que es justo ahora cuando más lo necesitamos.

Canciones para teletransportarse

Piensas que nunca podrás sentir tan intensamente como cuando eras joven, pero con más de treinta años alguien se sube a un escenario y canta sobre ese mismo sentimiento de nostalgia y lo hace de una forma tan feroz y bella que emociona a todos los que saben de lo que habla. ¿No es eso prueba de que la capacidad de sentir no se gasta, de que es solo esa errónea creencia lo que nos entumece?

Así, pero por dentro.

Lecturas que te cambian

Había pensado en escribir sobre el extraño efecto de Canto yo y la montaña baila, sobre por qué provoca una reacción tan entusiasta en casi cualquiera que lo lee, pero creo que con citar uno de los propios párrafos del libro lo vais a entender mejor:

«La poesía lo tiene todo. La poesía tiene la belleza, tiene la pureza, tiene la música, tiene las imágenes, tiene la palabra pronunciada, tiene la libertad y tiene la capacidad de conmover, y de dejar entrever el infinito. El más allá. El infinito que no está en la Tierra ni en el Cielo. El infinito de dentro de cada uno. Como una ventana en lo alto de la cabeza que no sabíamos que teníamos, y que la voz del poeta abre un poco, y allí arriba, por esa rendija, asoma el infinito».
 

"there's a special kind of sadness that seems to come with spring"

Un impacto profundo

Annie Atkins se encarga de diseñar muchos de los objetos que aparecen en las películas de Wes Anderson. Desde el letrero de una tienda ficticia hasta el logo de una caja de cerillas. Para celebrar su libro, Fake Love Letters, pidió a sus seguidores que le mandaran cartas de amor reales, que después ella convertiría en documentos con apariencia de otra época. Lloré leyendo todas las que publicó en su Instagram, no sé muy bien por qué. Mis preferidas son esta y esta. Cuesta un poco ampliarlas, pero merece la pena.

Palabras mágicas

No hace falta leer mucho a Clarice Lispector para entender que aparte de una de las mejores escritoras de la historia, era un ser superior intelectualmente (también físicamente, la verdad), instalado en un plano de consciencia más elevado que el de la mayoría. Siempre la cito como una de mis escritoras favoritas, pero en realidad no la releo a menudo, porque cada frase suya es asomarse a un abismo.

Cerca del corazón salvaje es el título de su primera novela, una expresión que define perfectamente su estilo y viene de esta cita de Joyce: «He was alone. He was unheeded, happy, and near to the wild heart of life».

Se me viene a la mente en esas raras situaciones, desprovistas de cotidianidad que las amortigüe, no siempre desagradables, no siempre felices, donde la intensidad de las cosas a nuestro alrededor se manifiesta de una manera brutal. Pienso entonces que, para bien o para mal, estoy «cerca del corazón salvaje».

Datos que hacen el mundo interesante

No suelo ver las películas de las que todo el mundo habla hasta años después de que se estrenen. Roma solo la vi porque estaba muy aburrida en un avión y porque mi amiga Virginia me había dicho que «mixteco», el idioma que hablan algunos personajes, viene de «mixtécatl», que significa literalmente «habitante del país de las nubes». Ante un dato de una belleza tan insoportable, ¿qué se puede hacer? La película es igual de bonita. Mi novio me dice que si repito siempre en estas cartas que algo es «de lo mejor que he visto en mi vida», la expresión pierde su significado. Así que no lo voy a decir. Además seguro que ya la habéis visto también. Mi recomendación es simplemente que os acordéis de ella. Que penséis en el hecho de que algunos seres humanos sean capaces de convertir sus propias vivencias en algo que emocione a millones de personas.

Abierto de par en par.

Extrañas muestras de humanidad en Twitter

Si llegados a este punto de la carta aún no he conseguido que os emocionéis, solo me queda recurrir a los perros. A los mejores perros.

Me despido por hoy. Espero que os encontréis bien y a salvo, aunque sea tocados por esta situación extraña que compartimos. Ojalá todo esto no hubiera pasado y ojalá no fuera por este motivo, pero recordad que sentir y emocionarse está bien. Es así como deberíamos vivir la mayor parte del tiempo.

Same.

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📸 CRÉDITOS

1. Detalle de Alegoría de la Caridad de Zurbarán

2. Fotomontaje de Sara Shakeel

3. Origen irrastreable

4. Fotograma de My Little Pony

5. Detalle de pintura de David de las Heras