Os tengo que confesar que esta es en realidad la segunda carta de verano que os dedico este año. La primera la escribí para un medio y os avisaré en cuanto se publique.

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Foto de Joseph Bartuska.

Queridas personas:

¿Cómo estáis? ¿Me habéis echado de menos?

Os tengo que confesar que esta es en realidad la segunda carta de verano que os dedico este año. La primera la escribí para un medio y os avisaré en cuanto se publique. Me pidieron que reflexionara sobre cómo mandar estas cartas ha mejorado mi relación con estos meses, y cómo ahora, quién lo iba a decir, recibo con alegría su llegada.

Es la verdad: me gusta el verano y sobre todo me fascinan los mecanismos mentales que activa. No sé si es porque el calor aumenta los estímulos sensoriales o porque lo tenemos muy vinculado a la infancia, pero es la estación de abrir puertas en la memoria. Y mientras escribía sobre esto, me surgió una duda: ¿he abierto yo todas las mías? Llevo mandando estas cartas ocho años, ¿me queda algún recuerdo por explorar?

El domingo pasado encontré la respuesta. Me desperté temprano, mi novio seguía durmiendo, y me fui al salón, iluminado como una iglesia por una luz amable, que aún no quemaba. La mañana era fresca, la temperatura compatible con la vida, detalles que durante meses pasan desapercibidos pero que ahora te arrancan lágrimas de agradecimiento. Sentí, por primera vez en muchos días, la cabeza ligera, los pensamientos bailando. Me tumbé en el sofá y empecé a leer artículos, blogs, newsletters... De repente la vida me pareció interesante y se abrió la puerta a un verano que no había revisitado aún. Aquel de la adolescencia, en los días que la soledad pesaba menos y sentía que tenía todo el tiempo del mundo para leer o estudiar solo las cosas que me interesaban. El verano de los proyectos, de escribir con ambición, de liberarme por fin del barullo de voces del instituto y poder escucharme a mí misma. El de ir temprano a la biblioteca para cambiar unos libros por otros que elegía al azar deambulando entre las estanterías. El de leer del tirón novelas sentada en el porche hasta que se iba la luz, abrir las enciclopedias por páginas al azar, escribir listas y guardarlas en lugares secretos.

Ojalá poder volver a esos días de verano para decirme a mí misma que nada de lo que me atormentaba por entonces tenía importancia. Que encontraría la forma de resolverlo. Ojalá volver para darme las gracias por aprender a disfrutar de la soledad y llenarla de una curiosidad que décadas después me sigue dando ganas de vivir.

 

🩵 La canción

 

Mi novio dice que a esta versión le falta fuerza y quizá tenga razón, pero es tan elegante, tan bonita, que me tiene enamorada. Decidme qué pensáis.

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🎳 La historia

 

En esta carta dedicada a mi yo empollona, os recomiendo un artículo (enlace cotesía de Steven Strogatz) sobre matemáticas, que en realidad no hace falta entender para disfrutar. 

 

🌟 La ilusión

 

Sé que a estas alturas no le estoy descubriendo nada a nadie, pero tengo que mencionar en esta carta el Observatorio Vera C. Rubin, porque su reciente inauguración me hace muy feliz, cuando precisamente el mundo no está en su mejor momento.

También recibo con alegría de la llegada a nuestro sistema solar de 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar del que se tiene noticia, y que ha sido descubierto por otro observatorio de Chile.

Y ya que hablamos del cielo en el hemisferio sur, los que me leéis desde el invierno, ¿estáis al tanto de esto?

 

🍋 El helado

 

Si lleváis varios años siguiendo estas cartas, sabréis que cada verano tengo un helado de supermercado preferido que me arruina la vida. ¡Pero este año estoy huérfana! Miro lineales y marquesinas y no veo ninguna novedad que me llame la atención. Por favor, descubridme alguno, me lo debéis. De momento, he puesto en mi lista volver a comer uno de estos limones helados, que increíblemente siguen en activo en neveras de restaurantes populares de toda España. Menuda puerta a la memoria va a ser eso.

 

🪞 La web

 

Cualquier proyecto artístico en internet merece mi más absoluta admiración, pero es que este además alcanza una proporción sencillez-genialidad que me parece un sueño

 

🚫 La desrecomendación

 

Parece mentira que tenga que explicar esto, pero no dejo de ver a gente abanicándose con un exceso de energía ridículo. Algunas personas no habéis nacido en Andalucía y se nota. El calor generado por el cuerpo al moverse no puede ser superior a la acción refrescante del abanico. Si no, creedme: solo estáis empeorando vuestra situación. 

 

 Actitud para esta semana:

 

Me despido por hoy. Esta semana, encerraos un rato en casa y no habléis con nadie.

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