Fotomontaje de Katrien De Blauwe

Queridos míos:
 

Me tiene sin cuidado lo que digan los relojes, el calendario gregoriano y la órbita de los cuerpos celestes: el tiempo cada vez pasa más deprisa. ¿Sí o no? Ya es verano otra vez y aquí volvemos a encontrarnos bajo esta cabecera, que cumple ya siete años. 
 

Escribir la primera carta de cada temporada me fuerza a definir una actitud para enfrentar la estación. Antes de ponerme a ello, siento incluso una vaga ansiedad: ¿qué filosofía estival debería adoptar en los próximos meses? La de este año os confieso que se la he robado a un niño.

Hace dos sábados, me encontraba en casa de mi hermana porque el día anterior había sido el tercer cumpleaños de uno de mis sobrinos. A la mañana siguiente, el pequeño individuo se despertó y fue directo a estrenar uno de los juguetes que aún no había tenido tiempo de abrir. Luego quiso salir al jardín y saltar durante horas en la cama elástica que sus padres le habían instalado como regalo y cuando por fin se cansó, se metió en la piscina y estuvo chapoteando hasta la comida, que por supuesto remató con una buena siesta. Yo le observaba pensando: este niño está viviendo su primer día de verano perfecto y ni siquiera está siendo consciente de los privilegios que tiene. ¿Pero acaso le hacía falta? ¿No lo estaba disfrutando todo segundo a segundo con la intensidad más pura?

Horas después, tumbada en la cama, mirando por la ventana cómo se mecían las hojas de un ficus, decidí que yo también iba a empezar mi verano así, tal y como viniese, sin propósito, sin aspiraciones, sin ponerle nota ni compararlo con ningún otro. El verano está lleno de atardeceres gloriosos, pájaros que cantan desde el amanecer, el rumor de los ríos, las olas y los aspersores, insectos frenéticos, noches de insomnio, agobio, calor de asfalto, sudor, muchedumbres, lluvia de estrellas, música de fiesta. Y yo quiero vivirlo todo, lo bueno y lo malo. Quiero vivir el verano sin pensarlo. Sin perderme ni un solo segundo.

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Una de las razones por las que este mundo no está tan mal es que, si pones atención, todos los días puedes conocer a una criatura nueva que no sabías que existía. ¿Vosotros teníais noticia de este ser? Yo desde luego que no. 

☀️ La crema

Protectores solares maravillosos de gama alta existen muchos, ¿pero qué pasa cuando tienes que encontrar el protector solar perfecto en un supermercado de un pueblo de playa? Yo el año pasado por fin di con él y lo cuento aquí desde ya para que esta recomendación os pille a tiempo. Es el Ecran Sunnique Hydraligero SPF 50 (he puesto el enlace de una tienda random porque no lo encuentro en su web). Se extiende superfácil y huele genial. No pone que sea resistente al agua, pero, chica, no se puede tener todo en la vida. Si lo probáis, decidme qué os parece.

🫂 En verano el club de Telegram de Flecha se convierte en el club de OLA y recomendamos cositas prácticas como por ejemplo protectores solares. ¡La gente del club sabe de todo! Yo no me lo perdería, pero vosotros veréis.

Sé que no me vais a hacer caso, porque además seguro que ya le habéis hecho el agosto a alguna librería, pero os desrecomiendo encarecidamente que leáis bestsellers recientes. Ojo, recientes. No tengo en nada en contra de los bestsellers ni de las lecturas ligeras de playa (que muchas veces no son sinónimos), pero si optáis por los que ya tienen unos cuantos años es más probable que las reseñas que leáis estén equilibradas y haya suficiente gente que los haya odiado como para poder saber si os van a gustar o no. Luego no me digáis que no os advertí.

  Actitud para esta semana:

Me despido hasta el sábado que viene. Esta semana vivid el verano y no os lo penséis mucho.

Con cariño,
Carmen

P.D.:

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