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Edith Gallinger Price |
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Queridas personas:
Os voy a confesar una cosa. Últimamente, para conciliar el sueño, fantaseo con la exterminación piadosa de la raza humana. No hay nada que calme más mis ansiedades que imaginar a la población global pereciendo de manera instantánea sin sentir miedo ni dolor. Es mano de santo. Sin embargo, sé por experiencia que la fantasía apocalíptica hay que mantenerla a raya. Está bien para momentos puntuales, pero a la larga te quita las ganas de vivir. Así que el otro día, mientras daba vueltas en la cama, me obligué a encontrar una imagen mental menos oscura. Probé a pensar en cosas de las que suelo hablar aquí: el vuelo de los pájaros, un jardín en flor, las profundidades del océano... Nada me funcionaba, hasta que de repente visualicé la órbita serena y silenciosa del telescopio espacial James Webb a 1.500.000 km de distancia.
Para quien no lo sepa, el James Webb es el telescopio espacial más potente hasta la fecha. Se lanzó al espacio el día de Navidad y desde entonces ha surcado el vacío hasta alcanzar su posición definitiva relativa a la órbita de la Tierra. Una vez allí, ha comenzado a desplegar sus instrumentos en una coreografía perfectamente calculada que aún no ha llegado a su término pero ya ha dado sus primeros frutos. Si todo va bien, para el mes de julio, esta máquina prodigiosa será capaz de ofrecernos una imagen del universo mucho más precisa que la que hemos tenido hasta ahora. Será como si estrenásemos gafas para mirar las estrellas.
Mientras estaba en la cama, no podía dejar de maravillarme. Somos una especie encaminada al colapso, tenemos el planeta en llamas, hemos alterado todos los ecosistemas terrestres y provocado la extinción de especies a las que ni siquiera llegamos a poner nombre, pero al mismo tiempo, gracias al conocimiento colectivo acumulado durante siglos, mandamos al espacio máquinas capaces de moverse siguiendo nuestras instrucciones e informarnos de lo que pasa en lugares lejos del alcance de cualquier ser humano. Máquinas asombrosas que ejecutan proezas hasta hace poco impensables para una especie de primates con ínfulas. No sé si es inteligente, no sé si es ni siquiera moral, dada nuestra situación, pero desde luego es extraordinario.
A punto ya de dormirme, me pregunté a mí misma por qué este pensamiento me calmaba. ¿Qué puede haber de relajante en el desplazamiento impasible de una mole metálica por el vacío gélido e inerte del espacio? «Es que ese telescopio eres tú», me dije. Ese telescopio nos representa a muchas personas. Las que, aunque sea por un rato, damos la espalda al mundo y miramos hacia lo desconocido con los ojos llenos de curiosidad. |
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🎧 La letra de esta canción refleja lo que pienso más o menos la mitad del tiempo que estoy despierta. Y la música es una representación muy aproximada de cómo suenan los engranajes de mi cerebro. |
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Sé que me quejo muchísimo de los humanos, pero no se puede no querer a una especie que inventa un anillo desplegable y convertible en esfera armilar para tener siempre a mano una indicación de las posiciones relativas de los cuerpos celestes. Este de la foto es del siglo XVI. |
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Me hace muchísima ilusión contaros esto. Del 14 al 17 de julio voy a participar en un evento con el mejor nombre y el mejor propósito: Estar en Babia. Consiste en una experiencia de cuatro días, organizada por Prodigioso Volcán, que tiene el fin más loable que se me ocurre: escapar del mundo. Bueno, del mundo malo, ya me entendéis. La idea es ir allí, pasarlo bien, reconectar con la naturaleza y estimular la creatividad. Entre las actividades hay hasta una observación guiada del cielo nocturno. El evento está diseñado en torno a la narrativa y en él participan escritores geniales, pero mi pequeño taller va a centrarse en la capacidad de fantasear. Os he hablado mil veces de la habilidad que tengo para abstraerme y encerrarme en mi mundo. Pues bien, en este taller me gustaría daros instrucciones para abrir una puerta a vuestro propio refugio mental o, si ya lo frecuentáis, ayudaros a ampliar su territorio. Dicho todo esto, os aconsejo visitar la web del evento simplemente porque es preciosa. |
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Insomnio
¡Qué bien se está contigo, noche amiga, la temerosa y negra, tendida como un manto de confines sin luna y sin estrellas! Livor celeste en el divino sueño del orbe sideral, párpado oscuro de la rubia tarde cerrado sobre el mar.
¡Qué bien se está contigo, cuando sobran imágenes de soles en una mente condenada al fuego de cárdenos amores!
Campana grave, de tañido sordo, eclosión de silencios, donde solo percute el inaudible cantar de los recuerdos.
Espasmo informe de las cosas vivas, en un tétrico arrullo, ¡qué bien recibe el alma su rocío de tu callado pulso!
Calma, tiniebla,cerrazón silente bálsamo fresco de la roja herida que nunca duerme...
¡Qué bien se está contigo, noche oscura, regazo maternal, luto de la mirada que Dios vela encima de la mar!
Envuelve en tu ropaje sedativo la voz de mi secreto; ¡que nadie sepa mi quebranto, insomne bajo tu sueño!
Concha Espina |
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Hasta aquí llega esta carta oscura que ojalá os haya alumbrado un poco. |
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