Ver en navegador

Apollonia van Ravenstein fotografiada por Norman Parkinson, 1976

Queridos míos:

 

Nunca he querido tatuarme, pero si tuviera que hacerlo ahora, por fin sabría qué frase llevar conmigo para siempre. Cuando la leí, reconocí al instante que se trataba de mi filosofía de vida, mi credo, el mantra que hasta ese momento no había logrado verbalizar: «Vivir bien es la mejor venganza».

 

Esta frase, que erróneamente se atribuye al Talmud, apareció por primera vez escrita en 1640, dentro de la recopilación Outlandish Proverbs de George Herbert, pero probablemente tenga un origen más antiguo. Encuentro en ella todo lo que me gusta, incluidas varias lecturas. Puedes entenderla como una enseñanza zen. Por ejemplo, serviría como consejo para el personaje de Íñigo Montoya en La Princesa Prometida: deja de buscar al asesino de tu padre, la mejor forma de vengarlo es alcanzar la paz y vivir bien.

 

Pero al mismo tiempo, puede entenderse como todo lo contrario: un intento de añadir conflicto, un trasfondo dramático donde no debería haberlo. Puedo parecer feliz y en armonía con el mundo, pero secretamente estoy llevando a cabo mi venganza. Sí, definitivamente mi estilo.

 

Y luego está la parte de «vivir bien», que es perfecta en su ambigüedad. Puede referirse a la filosofía hedonista del bon vivant: placeres y lujos, sobre todo materiales. Pero también puede definir un vitalismo sencillo, de andar por casa, que simplemente nos aporte equilibrio emocional. Desde el exceso decadente al ascetismo cabe todo lo que nos venga en gana.

 

Creo que este verano estamos muy necesitados de ambas cosas: disfrutar de la vida, como prefiramos hacerlo, y vengarnos por todo lo que hemos sufrido estos meses, todo lo que la pandemia nos ha arrebatado y nos ha forzado a cambiar. Una venganza un poco absurda, sin objetivo claro, pero enormemente simbólica, que puede servir como ceremonia de clausura, catarsis o incluso exorcismo.

 

«Vivir bien es la mejor venganza» es mi lema vital del momento y será el eje temático de estas diez cartas de verano que me propongo enviaros. Si os quedáis por aquí, tal vez podamos vengarnos juntos.

 

🍸 La canción

 

Es 1966 y estás alojándote de incógnito en un hotel de Las Vegas. No puedes creer que por fin todo haya pasado y te encuentres a salvo. Es de noche, hace calor y has decidido celebrar tu triunfo en el Copa Room con unas cuantas rondas de tu bebida helada favorita. El camarero te acaba de servir y empieza la actuación. Por los aplausos parece alguien conocido. Pero no le haces mucho caso. Escuchas la música de fondo mientras coges una servilleta, sacas una pluma del bolso y comienzas a trazar tu brillante plan de venganza.

 

🗣 Si conocéis a gente que necesite tomarse la revancha este verano, podéis compartir con ellos el enlace a esta carta.

 

👁 El universo

 

Ahora que todavía no hace un calor horrible y aún se puede soportar la visión de gente vestida en la playa, os voy a arrojar al mundo de Frank Weston Benson para que os contagie su ánimo veraniego y elegante.

 

🍦 El placer

 

Os voy a a decir una cosa: del coco me fascina todo. ¿Sabéis que en caso de necesidad te pueden hacer una transfusión de agua de coco? Es decir, este elixir milagroso puede ir directamente del cocotero a tu sangre. ¿Qué clase magia es esa? En fin, hoy vengo a hablaros de un helado. Quizá recordéis que, en mi primera carta de hace dos veranos, os hable de un helado de cheesecake llamado Nuii. Pues este año han sacado otra variedad de mango y coco. El mango, en principio, me hizo desconfiar porque aún recuerdo el infame Solero de mi infancia, que, por influjo de la publicidad, probé empeñada en que me gustase hasta que me di cuenta de que, como niña, comer un helado de fruta y yogur era una estafa. Aún así, el coco me atrae tanto, que decidí correr el riesgo y puedo decir que valió la pena. Os comento —otra vez sin que Nestlé me pague un mísero euro— que el Nuii de mango y coco es una absoluta delicia. Otros medios os recomendarán marcas artesanas de helado que se venden solo en Malasaña y sitios así, pero ¿dónde podríais encontrar una guía para introduciros al «ice cream adventure» (no me lo he inventado, eso pone en el envoltorio) desde lugares tan peregrinos como una gasolinera de Bailén? Pues en OLA, vuestra newsletter veraniega de confianza.

 

💬  Por favor, si seguís mi ejemplo y decidís tomaros este verano como una venganza, contadme vuestros planes en los comentarios de mi último post en Instagram o mencionándome en Twitter. ¡Igual os puedo copiar las ideas!

 

🏝 La lectura

 

Hace tres años, varias personas me insistieron en que tenía que leer Circe de Madeline Miller porque me iba a encantar. Y yo, por supuesto, no lo hice. A veces, cuando me dicen que algo es «muy yo» o yo misma veo que tiene todos los ingredientes para gustarme, lo evito. No me preguntéis por qué. El caso es que tres años después me he reencontrado con este libro y obviamente me ha encantado. Cualquiera que haya leído Nuestros nombres olvidados podrá entender lo cerca que me toca. Creo que es una lectura perfecta para estos meses además, porque ¿quién no quiere imaginarse en una isla mítica del Mediterráneo y deleitarse con descripciones exuberantes de paisajes y criaturas divinas? Circe es magia pagana de hogueras y flores. Es magia de verano.

 

🚫 La desrecomendación

 

Inspirada por mis propios tuits, he creado esta sección en las que os sugeriré cosas que os podéis ahorrar. Pero no os preocupéis que no voy a ponerme hater ni criticar nada, OLA nunca iría de eso. Os cuento la primera: esta semana he decidido silenciar en Twitter la frase «Vamos a morir todos»* que se suele usar para contar cosas como, por ejemplo, que Smell Like Teen Spirit ha cumplido 30 años. Estos memento mori me deprimen profundamente y si a ti también te ha sentado fatal leer este dato, perdón por el disgusto y de nada por mi recomendación.

 

  Actitud para esta semana:

 

Nos vemos el sábado que viene. Os deseo un feliz primer finde de verano.

Con cariño,
Carmen

P.D.:

🖐 Si has llegado aquí por casualidad y te apetece quedarte, suscríbete.

 

👋 Si este verano no estás para cartas, date de baja.

 

*Por favor, no la uséis en caso de catástrofe inminente porque si no, no me voy a enterar.

 

Copyright © 2020 Carmen Pacheco, Todos los derechos reservados.