Ver en navegador

Queridas personas:

 

Últimamente me he dado cuenta de que cuando en estas cartas os intento explicar cómo me siento, suelo recurrir a expresiones como «parece que mi cerebro ha decidido...». Hablo a menudo de mi cerebro en tercera persona, como una entidad independiente a quien yo —mi consciencia, la vocecilla con la que os escribo— espío y trato de entender. 

Todo lo que he leído sobre el funcionamiento del cerebro parece afirmar esta idea de la consciencia (la voz que grita «¡yo, yo, yo!») como un fenómeno casi anecdótico y con menos peso de lo que nos gusta admitir. Creemos que esa voz toma todas nuestras decisiones y puede ejercer control sobre las emociones y otros procesos más complejos cuando no es así en absoluto.

Yo lo tengo asumido. Mi cerebro es una central nuclear y mi consciencia es Homer Simpson. A veces toco botones, enredo por aquí y por allá pensando que sé lo que estoy haciendo, pero en general me conformo con pasar un día más sin que explote.

Os cuento esto porque, en estos meses que estamos todos a la vez descolocados, con porcentajes masivos de población que no duerme, o que tiene sueños demasiado vívidos, o que ahora no quiere salir o que necesita imperiosamente salir, o que tiene el ánimo crispado o que cada día siente una cosa distinta, quizá os venga bien recordar que no es necesario esforzarse por mantener en todo momento las riendas de vuestra mente. Porque en realidad nunca las hemos tenido.

Ante situaciones traumáticas como la que vivimos, quizá es mejor no añadir más presión y tener paciencia. Confiad en vuestro cerebro. Es literalmente una máquina de adaptarse.

Canciones para el apocalipsis

En esta carta no puedo poner otra canción que no sea esta. Porque por una vez todos, absolutamente todos, podemos decir eso de «me has conocido en un momento extraño de mi vida».

Sin rumbo.

Un impacto profundo

Durante estos meses, parece que todo el mundo ha leído algún artículo que le ha dado la clave de lo que estaba pasando en su cabeza. El mío ha sido este. Sobre todo lo demás podía barruntar alguna explicación, pero no era capaz de entender por qué durante las videollamadas me sentía tan cansada que quería irme a casa. Solo que ya estaba en casa.

Choose your poison.

Elixires milagrosos

En una carta que va sobre darle una tregua al cerebro no puedo dejar de recomendar un vino. Mi preferido es este. Principalmente porque es delicioso y sabe a frutos rojos, pero también porque me encanta la etiqueta y el nombre evocador. En realidad se llama así porque está hecho con garnacha, una variedad de uva que da mucho tormento cultivar. Pero si lo lleváis a una comida y os inventáis una historia sobre la conflictiva heredera de un imperio vinícola, ¿quién os va a desmentir?

Datos que hacen el mundo interesante

De todas las locuras colectivas de la historia, que son muchas, esta es una de mis favoritas. Creo que es un dato bastante conocido, pero por favor, dejadme que os lo recuerde. Después de la llegada de Colón a América, los europeos descubrieron la existencia de las piñas y lógicamente perdieron la cabeza. Las intentaron cultivar de manera autóctona sin éxito, así que las que se importaban desde el otro lado del Atlántico eran tan caras que solo podían ser compradas por la realeza. Antes de comerlas se exponían en fiestas y banquetes, como símbolo de poder¡Que todo el mundo vea que tenemos una piña! Y ahora viene lo mejor: las piñas también se alquilaban. Por un precio reducido, tú podías presumir de piña en una fiesta y después devolverla a la empresa de alquiler. En serio, sé que en la historia ha habido mil modas locas provocadas por el mismo afán de ostentación (como aquello que os conté de la corte de Felipe II). Pero el concepto de «alquilar una piña»... ¡ALQUILAR UNA PIÑA!

Wallaland

Hemos añadido a Wallaland una colección de fondos de pantalla con mapas antiguos. Para esta semana he elegido este de Londres porque cada vez que lo miro, durante unas milésimas de segundo, me siento una dama victoriana explorando la gran ciudad, en lugar de una miserable criatura del siglo XXI confinada en casa por una pandemia.

Lecturas que te cambian

¿Es muy raro que en lugar de un artículo os recomiende una parte de un artículo? Es que la pieza entera es un poco abrumadora, califica como ensayo corto y hay partes que ni siquiera sé si son relevantes ya. Pero la que explica el funcionamiento del cerebro es interesante, amena como pocas lecturas didácticas lo son y maravillosa, porque va sobre algo que estamos usando para leerla. Me mareo solo de pensarlo.

Mood.

Cosas de nuestro club

Aún no me ha dado tiempo a responder a todos los correos que recibí por la última Flecha, pero quería agradeceros las fotos de flores que me habéis mandado. Me encanta que estéis usando la app que os recomendé para conocer sus nombres. Y gracias también a toda la gente nueva que se ha suscrito esta semana. ¡Bienvenidos! Si os ha gustado, aquí tenéis el archivo con todos los números anteriores y también los de OLA, mi newsletter de verano, que ya empieza a ser una lectura apropiada para estos días.

Me despido por hoy. Estas semanas os deseo que seáis muy felices, pero si no lo sois, pues no pasa absolutamente nada.

Una idea.

🏹 Si crees que a alguien más podría gustarle esta carta, compártela.

🎊 Si has llegado aquí por casualidad y te apetece quedarte, suscríbete.

 

💊 Si quieres una dosis extra, sígueme en Instagram.

 

👋 Y si crees que es hora de marcharte, date de baja.

📸 CRÉDITOS

1. Eva Herzigová para Vogue, 2016

2. Fotograma de To Catch a Thief, 1955

3. Foto de Jamie Nelson

4. Origen irrastreable

5. Fotograma de Los Simpson

-