El salón de baile es difícil de medir a simple vista. El suelo de mármol ajedrezado crea un efecto óptico perturbador. Las paredes de la estancia son blancas, con elegantes molduras, y están decoradas con tapices que representan memes clásicos. Algunos son tan antiguos que no los reconoces. Tiene techos altos, de los que cuelgan lámparas de araña, que sin motivo aparente, se balancean, haciendo brillar un centenar de pequeños cristales sobre los bailarines enmascarados.
También hay candelabros que atraviesan el aire de un lugar a otro, sostenidos por manos invisibles.
Es imposible saber cuántas personas se encuentran bailando. Aparecen y desaparecen. Hay algunas con el mismo disfraz. Por suerte, en una esquina del salón, sobre un atril, tienes disponible una lista de todos los asistentes. Puedes tomarla prestada y consultarla cuando quieras. Estos son los registros que muestra.
Si acabas de llegar a este baile y aún no apareces en el listado, apúntate aquí.