¿Sabéis que la luna no siempre estuvo ahí? Sobre las cosas que pasaron hace miles de millones de años hay que mantener una duda razonable, pero algunos científicos creen que nuestro satélite es un fragmento de materia que salió despedido tras una colisión entre la Tierra y otro cuerpo celeste llamado Teia.

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Fotomontaje de Roger Mattos.

Queridos míos:

¿Sabéis que la luna no siempre estuvo ahí? Sobre las cosas que pasaron hace miles de millones de años hay que mantener una duda razonable, pero algunos científicos creen que nuestro satélite es un fragmento de materia que salió despedido tras una colisión entre la Tierra y otro cuerpo celeste llamado Teia. Después del cataclismo, la luna quedó así, como una cosa rota atrapada en el campo de gravedad terrestre, solo que entonces danzaba a nuestro alrededor mucho más cerca y provocaba mareas terribles.

Digo a nuestro alrededor, porque aunque nosotros tardamos miles de millones de años en aparecer y somos un pestañeo cósmico comparados con otras especies, la luna es nuestra con efecto retroactivo desde que existe. ¿Acaso los dinosaurios escribieron poemas sobre la luna? Yo diría que no. Somos sin duda los que más la hemos querido. Nos hemos obsesionado tanto con ella, que algunos han atravesado inmensas distancias de vacío para llegar a tocarla con la máxima ceremonia que jamás un ser humano puso en pisar un territorio.

 

La luna no es más que un trozo de roca indiferente a nuestras pasiones y sin embargo, hay noches de verano que parece imposible pensar que no brilla para quien la mira. Estos meses tenemos ocasión de observarla a menudo, más hermosa que nunca cuando cantan los grillos, y es inevitable sentir que espera algo de nosotros: fiestas de madrugada, encuentros furtivos, risas y llantos desbordados de pura emoción. Noches que quedarán grabadas en la memoria, resplandeciendo para siempre con su pálida luz.

 

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🌚 La canción

 

Esta carta se merece otra de las canciones de mi vida que inexplicablemente nunca he compartido aquí.

Como veis, he vuelto a poner los enlaces a YouTube, que es lo más democrático, pero tengo algo para compensar a los que usáis Spotify: un enlace a la lista donde voy guardando todas las canciones que he puesto en OLA. No la he compartido hasta ahora porque añado cada tema antes de que os llegue la carta y me parecía como haceros spoiler (¿?). La lista de canciones es larga, pero no os imagináis la de mis manías.

 

👻 El libro

 

Si os doy un dato de este maravilloso libro de terror, lleno de noches, calor y verano, os voy a hacer mucho hype, pero si no os lo doy, no me vais a hacer ni caso y no lo vais a leer, así que aquí va: el autor fue el guionista de Beetlejuice y Pesadilla antes de Navidad. Y sí, la genialidad y la extravagancia están presentes en cada página.
 

 

🐦 El club

 
 

🚀 La serie

 

Esta serie empieza siendo una joya de la ficción especulativa y acaba en el puro culebrón, pero a lo largo de sus tres temporadas no deja nunca de ser entretenida. La premisa es genial: ¿qué habría pasado si los soviéticos hubieran sido los primeros en llegar a la luna?

 

🌊 Lo mejor de OLA: En la primera temporada de OLA dediqué una carta a las novelas de misterio y Agatha Christie. Muchos la asociasteis para siempre a estas cartas. 

 

♥️ La cita

 

En Puntos de vista de una mujer, un libro que ya os recomendé en alguna carta, Carmen Laforet habla de cómo en los veranos de su infancia soñaba con viajar a bosques verdes y sombríos, llenos de musgo, como los de los cuentos de hadas que leía. Sin embargo, de adulta comprendió que para sentir el verano necesitaba volver al lugar donde lo había vivido por primera vez. Quizá porque los veranos de mi infancia tuvieron un escenario muy parecido, cada vez que leo esta cita se me rompe el corazón:

«Pero pasaban julio y agosto y yo no encontraba mi verano. Entonces supe que mis veranos estaban fijados para siempre en una sensación de calor recogida en mi infancia, en unas noches grandes, caldeadas por la luz de la luna, con el violento olor de los jazmines prendido en el aire. Y si fuera posible, para encontrar mi verano, que la noche tibia coja mi cuerpo sin apenas abrigo alguno, cansado y feliz, y la imaginación despierta. Y si fuera posible, para que mi verano fuera el verano de veras, el verano que yo recuerdo, yo necesitaría lo que ha desaparecido para siempre. Un lavadero al aire libre, en el patio, donde una muchacha jovencita iba enjuagando —después de la cena— uno a uno los platos blancos, en un agua donde se reflejaban las estrellas. Y yo, sentada en la seca tierra del suelo, a su lado, inventando con una voz apagada por el misterio unos cuentos interminables donde yo misma era protagonista de grandes viajes a los países verdes de los bosques, a los países de los grandes lagos y a las praderas húmedas».

 

🚫 La desrecomendación

 

¿Seré acaso yo capaz de en pleno agosto desrecomendar el agua? A ver, no exactamente. El agua, en fin, es importante, ya te lo dicen el telediario, no creo que se te vaya a olvidar. Lo que yo desrecomiendo es que pidáis agua en los bares. El verano es una época para pedir bebidas extravagantes, limonadas caseras ridículamente caras, zumos asquerosos que desearías no haber probado jamás y cócteles explosivos. Arriesgaos un poco, jugad a favor de la narrativa estival.

 

  Inspiración para esta semana:

 

Aquí me despido. Esta semana, ofrecedle a la luna algo digno de ver.

Con cariño,
Carmen

P.D.:

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