El martes pasado, 8 de marzo, entre el ruido y la furia que asolaba las redes, leí una cosa que me hizo mucha gracia. Alguien a quien mantendré en un discreto anonimato, porque no sé hasta qué punto bromeaba o no, decía que el día de la mujer no debería ser un día dedicado al liderazgo y empoderamiento femeninos sino un día de paz y descanso.

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Chica en kimono rojo de George Hendrik Breitner

Queridas personas:

El martes pasado, 8 de marzo, entre el ruido y la furia que asolaba las redes, leí una cosa que me hizo mucha gracia. Alguien a quien mantendré en un discreto anonimato, porque no sé hasta qué punto bromeaba o no, decía que el día de la mujer no debería ser un día dedicado al liderazgo y empoderamiento femeninos sino un día de paz y descanso. Me hizo reír en voz alta, pero también lloré un poco por dentro, como cuando alguien adivina los más secretos deseos de tu corazón. A la vista está que el 8 de marzo no tiene más remedio que seguir siendo una fecha reivindicativa, pero un día de paz y descanso no le vendría mal a nadie.

En otra época, «descansar en paz» me habría parecido una actividad solo deseable para personas difuntas, y sin embargo ahora me parece el más absoluto privilegio. ¿No es algo que todo el mundo debería tener derecho a disfrutar antes de morirse y no después? ¿Y cuánta gente en este planeta se lo puede permitir?

Paz y descanso es todo lo que anhelo estos días. Y creo que es lo mejor que puedo ofrecer aquí.

 

🎧 Una canción bella y serena, no exactamente feliz, porque tampoco se puede tener todo en la vida.

 

Una lectura

La semana pasada me leí esta novela publicada hace dos años y, sin embargo, me recuerdo leyéndola de adolescente, quizá porque llegué a sus páginas con la necesidad de encontrar refugio, que es como leía casi siempre por entonces. Qué sencilla y qué brillante. Me hizo el efecto que hacen los mejores libros: como si tomara un licor que me calentara el cuerpo por dentro y me infundiera valor para enfrentarme al mundo.
En Kindle / en librerías.

 

Un tesoro

El tesoro que os traigo en esta carta no es un objeto, sino toda una colección de cubiertas de libros diseñadas por Margaret Armstrong. Me hubiera encantado verlas en persona, pero la buena gente del MET las exhibe digitalmente para disfrute de todos, con guía de visita incluida... Que Dios les bendiga.

 

Una idea

Creo que podréis entender el nivel de mi estado mental si os digo que he llorado con esta vieja entrevista a Miyazaki en la que explica el concepto japonés del «ma»: una pausa o vacío entre dos acciones que añade significado al conjunto, como el instante de silencio entre las palmadas de un aplauso. Cuánta falta nos hace entender este concepto y aplicarlo a nuestra forma de relacionarnos.

 

Por favor, no os asustéis si me escribisteis hace un año, ya ni siquiera os acordabais y de repente os contesto el correo como si fuera de ayer. He hecho una especie de promesa de responder todos los mensajes que tengo acumulados (no estoy exagerando con lo del año), así que tenedme paciencia.

 

Un consejo

¿Recordáis cuando en verano os aconsejé haceros una lista especial de Twitter? Si no sabéis de lo que hablo, leed aquí «la desrecomendación». Por entonces ya me parecía una gran idea, pero no sabía hasta qué punto iba a ser clave en mi bienestar mental. En mi cabeza la llamo «el Twitter bueno» y es lo primero que miro cuando me despierto y antes de acostarme. Me da paz y ganas de vivir, sentimientos cotizadísimos estos días. No comparto mi lista en concreto porque confeccionarla es tan teraupéutico como consumirla. Me encanta añadir y quitar a gente, como si fueran flores y yo estuviera diseñando un jardín francés. Hacedme caso: necesitáis crear la vuestra.

 

Unas palabras mágicas

«My body needs it—the hot baths, the care, the soft water, the perfume, the warmth. I take on the colors of the flowers, the bloom, the delicacy. It becomes me.».

Anaïs Nin

 

Me despido por hoy. Espero que encontréis paz y descanso dentro de esta carta o fuera de ella.

 

¿Es tanto pedir?

 

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