Hace unos días, mi madre, que es una persona que no tira nunca nada, sacó sin previo aviso un trozo de mi infancia del armario y lo arrojó sobre la cama ante mis ojos estupefactos.

20 de abril, 2024

de Carmen Pacheco

Foto de Leslie Zhang

Queridas personas:

Hace unos días, mi madre, que es una persona que no tira nunca nada, sacó sin previo aviso un trozo de mi infancia del armario y lo arrojó sobre la cama ante mis ojos estupefactos. Era una mochila vieja que llevé al colegio y que no veía desde aquella época. Mi madre, ajena al flashback que yo estaba sufriendo, la sacó como si tal cosa, porque necesitaba un reemplazo para la que se le había roto.

La mochila de color fucsia estaba aparentemente vacía pero yo sabía que el intrincado frontal de cremalleras aún debía de guardar secretos. Incluso un trozo de mi infancia literalmente: en uno de los minúsculos bolsillos escondidos encontré un kleenex arrugado con unas manchas marrones y tuve el pálpito —¿el recuerdo?— de que envolvía un diente. Lo tiré sin comprobarlo.

En otro bolsillo encontré unos llaveros de las Fuerzas Armadas, por las que no creo haber tenido nunca el menor interés. Sí por cualquier artículo de merchandising miserable que cayera en mis manos, como toda criatura nacida en los ochenta.

En otro bolsillo se escondía una bellísima caracola que me trajo vagos recuerdos, y en el último que registré, encontré el ticket de una compra. Era la cuota de un gimnasio y estaba a nombre de mi padre, pero la fecha era de tan solo diez años atrás, meses antes de que muriera, una época en la que apenas nos hablábamos. ¿Qué hacía ese ticket ahí? ¿Se llevó mi padre mi mochila al gimnasio y sin saberlo también un diente de leche de su hija y una caracola de mar? Es otra de las muchas cosas que ya nunca podré preguntarle.

Tuve un rato el ticket en la mano, pensando que lo había tocado mi padre. Como si acaso no hubiera tocado muchos más objetos de la casa, como si no me hubiera abrazado a mí misma un millón de veces. Es increíble cómo un papel sin la menor importancia puede atravesar diez años y golpearte por casualidad. Piedra, papel o tijera: el papel destruye el corazón. 

Cuando la gente se muere, la herida nunca se cura. Solo te acuerdas cada vez menos de que te duele. En el baño, frente al espejo, contemplé mi ánimo sobre el filo de una navaja, a punto de entregarse a la pena más profunda. Pero me salvé. Una voz de dentro me trajo a la boca una frase, como si la memoria, al igual que mi madre, hubiera registrado a toda prisa su armario en busca de algo útil. Me sorprendí a mí misma diciéndome que no pasaba nada, que era normal, que «todo el mundo tiene regiones de la vida devastadas»

La frase pertenece a una canción de La Bien Querida que no escuchaba desde hacía años, cuya letra empieza así: «Todo el mundo tiene restos de sueños y regiones de la vida desvastadas. Todo el mundo tiene una infancia que resuena en las paredes de su casa. Todo el mundo buscó algo algún día y no lo encontró».

Son importantes algunas canciones y la memoria guarda sus letras, por si en algún momento nos hacen falta: no quitan la pena, pero nos recuerdan que nuestra historia es la de muchos, que la tristeza no debe aislarnos sino hacernos sentir más cerca de otros.

Mi mochila fucsia, de nylon indestructible, sigue intacta. Yo no. Porque estoy viva y es imposible vivir sin quebrarse un poco. Es parte de ser una persona y llegar a cierta edad. Un poco rota, aún funcionando, más sabia, más fuerte, parcialmente devastada.

 

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Una web

Esta semana un tuit viral llamaba la atención sobre algo que yo también mencioné hace un par de cartas: las experiencias personales y conmovedoras que algunas personas comparten en los comentarios de vídeos de canciones en YouTube. En las respuestas al tuit descubrí la web Sad YouTube que durante unos años recopiló estos fragmentos de nostalgia anónima y ajena que sin embargo resulta tan cercana.

 

Una misión

Un cometa es un fragmento de roca, hielo y polvo, un pequeño cuerpo celeste que salió despedido en la formación del sistema solar. Es una cosa rota fascinante que arrastra consigo gases y minerales de regiones remotas del cosmos. Y por eso hace casi diez años la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea se dedicó a perseguir uno llamado Comet 67P/Churyumov-Gerasimenko e incluso a lanzarle una pequeña sonda que recabó un montón de información. Las fotos son como un sueño de Julio Verne.

 

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Una peli

Siempre me digo que no escribo sobre la decisión de no tener hijos porque es un tema demasiado complejo, pero en realidad es porque me da miedo. Miedo a no saber expresarme, a ofender a todo el mundo y sobre todo a ser juzgada. Por suerte, hay personas mucho más valientes que yo, como Liliana Torres, la directora de Mamífera. Pocas veces me he sentido tan identificada con una película y creo que hay muchas mujeres que necesitan verla para sentirse también reconocidas. En la presentación a la que fui, durante el coloquio de Nerea Pérez de las Heras y la directora, tres mujeres se levantaron ofendidas y se fueron. Hasta ese punto es necesaria esta historia. La tenéis a partir del 26 de abril en cines.

 

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Palabras mágicas

Para rematar esta carta intensa, os comparto, La palancauna columna de Manuel Vicent en El País, que he releído a menudo. Como es un texto cortito, lo pongo entero aquí. 

El maestro le dijo: si en algún momento de tu vida has sido muy feliz, debes guardar esa sensación como un tesoro en tu memoria porque un día lo vas a necesitar. Cuando creas que el embozo del edredón, subido hasta la barbilla, es la última barricada que te queda y no encuentres un resquicio de luz al fondo del túnel por el que valga la pena levantarte de la cama; cuando pienses que no es necesario seguir viviendo porque ya lo has visto todo, lo has hecho todo, has conocido a todas las personas que te tocaba conocer, inteligentes e idiotas, y que la parte más bella y dulce de tu vida ha quedado atrás para siempre, entonces recuerda alguno de los momentos en que fuiste muy feliz y apoya tu memoria, como una palanca, en esa sensación para salir del túnel y seguir adelante sabiendo que a la vuelta de la esquina te espera un nuevo placer desconocido. Así hablaba el maestro. Te preguntarás para qué se tiene uno que levantar de la cama si fuera se está produciendo un espantoso genocidio, la muerte de inocentes servida como espectáculo con todo detalle. Al final esa masacre también destruirá tu alma. Te preguntarás si puedes perder un minuto de tu vida siguiendo los enredos de la política y participar en el odio y la irresponsabilidad que los políticos usan de argamasa en sus tratos. Solo aquellos días felices te servirán de consuelo. Piensa en La Primavera de Botticelli que viste en el primer viaje a Italia, sorbe una y otra vez algún verso de Garcilaso, de Keats o de Hölderlin como un licor, recuerda aquella sobremesa con los amigos en la cala de Ibiza, recupera el viento de sal que te daba en la cara cuando a los 20 años ibas en la motocicleta a la playa con aquella chica a la espalda. Sin duda el maestro ignoraba que la felicidad produce a veces una profunda desolación. El discípulo pensó en aquello que le decía el maestro y de pronto comenzó a llorar.

 

⚠️ La próxima Flecha no llegará el 4 de mayo sino el 11 porque otra vez me pilla de puente y el descanso es sagrado, queridas personas mías. ⚠️

 

Me despido por hoy. Espero que en estas tres semanas no os rompáis mucho sino solo un poco. Lo normal.