El otro día iba en el autobús, cuando subió una mujer acompañada de un niño y una niña de unos diez y siete años respectivamente.

Ver en navegador

Carta ilustrada por Laura Pacheco para el tarot de The Singular Olivia.

Queridas personas:


El otro día iba en el autobús, cuando subió una mujer acompañada de un niño y una niña de unos diez y siete años respectivamente. A pesar de que el transporte iba hasta los topes y atravesábamos las aglomeraciones caóticas de las fiestas de San Isidro, la mujer irradiaba una calma absoluta y daba órdenes a sus hijos para que no murieran sepultados, con palabras en tono amable. Me cayó mal al instante por contraste con mi propia naturaleza atacada, pero se me pasó rápido porque ya tengo una edad y sé controlar mi envidia. Además, era un hecho que ambos niños estaban tranquilos y cómodos con su madre. Hablaban relajadamente con ella: ¿mamá, te acuerdas de cuando estuvimos aquí? ¿Qué vamos a cenar cuando lleguemos? Al escuchar sus negociaciones cotidianas sobre lo que les apetecía comer, se me contagió esa sensación de bienestar aburrido, de seguridad y rutina que es la base de una infancia feliz.

Qué tarea titánica, pensé yo, ser capaz de contagiar esa calma no solo como madre sino como compañera, como amiga, como jefa, como ser humano en general.

 

No digo que por obligación reproduzcamos un comportamiento que literalmente ha enfermado a mujeres durante siglos: reprimir siempre el sufrimiento propio para cuidar de los demás. Pero, ¿y si por el contrario jamás lo diéramos por hecho y valoráramos como se merece el esfuerzo de aquellas personas que mantienen la calma en nuestro beneficio?

 

Vivimos en un mundo donde a nadie le resulta ajena la palabra ansiedad y donde la percepción del tiempo se ha acelerado. La calma ya no surge de manera natural a partir del ritmo de la vida. Exige una enorme fortaleza apaciguar a las fieras de fuera y de dentro para encontrar un resquicio de tranquilidad. A veces lo conseguimos por pura supervivencia, cuando al cuerpo le empiezan a sonar las alarmas y la necesidad de pisar el freno se convierte en una urgencia física. Pero principalmente lo hacemos por amor. Hay gente que a diario saca de donde sea la paciencia que debemos a los niños, a los ancianos, a las personas enfermas. A todos aquellos que querrían proteger de la prisa y la angustia. Son capaces de crear burbujas de calma en torno a otros a base de esfuerzo y pura voluntad. Les infunden una seguridad que no tienen, que se inventan sobre la marcha, día tras día. No hay gesto más heroico de amor.
 

 

🎧 La última vez que escuché este tema me hizo sentir muy tranquila y feliz. Ojalá logre contagiaros también a vosotros.

 

Una lectura

Me siento culpable porque la siguiente elección para nuestro club de lectura me encanta, pero la verdad es que tranquilidad no transmite. Así que para compensar recomiendo esta lectura ligera de la misma autora de Abril encantado, que tanto os ha gustado a las que habéis participado en el club. Aviso: Elizabeth Von Arnim no era el ser humano más bondadoso, pero qué le voy a hacer, si soy fan. En inglés lo tenéis gratis.

 

Un propósito

Sigo bastante feliz con la vida y creo que este año es el que más estoy disfrutando la primavera porque romantizarla y vivirla de manera consciente marca la diferencia. ¿Recordáis ese consejo sobre las estaciones que os di en esta carta? En Instagram pregunté cómo os gustaba disfrutarla a vosotros y me distéis muchas ideas. Podéis verlas en los destacados.

 

Un tesoro

Hay muchos ojos como este en museos de todo el mundo. Son ojos que decoraban los sarcófagos egipcios y que llevan mirándonos de forma impasible y calmada desde hace 3000 años. Cuando lo necesitéis, pensad en estos ojos.

 

Un plan

El año pasado tuve la suerte de Estar en Babia, así con mayúsculas y participar en la experiencia increíble que montaron. Fue uno de los recuerdos más bonitos de mi verano y por eso quería avisaros de que se va a celebrar la segunda edición. Yo no estaré, pero entre toda la gente talentosa que imparte talleres, estará Mar Abad, así que extra de ♥️♥️♥️.

 

Un podcast

La primavera es muy de enamorarse pero cuidado con el amor, que hay muchísima confusión al respecto. De hecho, hay toda una industria destinada precisamente a confundir sobre este tema. A mí no me gusta escribir sobre ello porque me enfado muchísimo y esta carta es mi terapia de relajación. Por eso me ha encantado que unos profesionales en criticar aborden este asunto como se merece.

 

El club

Esta newsletter tiene una fantástica comunidad en Telegram. Para uniros solo tenéis que usar este enlace.

 

En estas semanas, mucha gente del club se ha quitado la careta y ha confesado su tendencia a la planificación compulsiva en el post #67. Lo sospechaba y por eso quería ponerles nombre. A esta gente hay que tenerla cerca en caso de emergencias.

 

También hemos celebrado por fin la tercera «reunión» del club de lectura, aunque en realidad es una celebración constante porque sigue entrando gente a comentar. Si aún no lo habéis terminado, no os agobiés, la sala #68 continúa abierta.

 

Una cita

«He who is born with a silver spoon in his mouth is generally considered a fortunate person, but his good fortune is small compared to that of the happy mortal who enters this world with a passion for flowers in his soul».

Celia Thaxter en An Island Garden

 

Me despido por hoy. Espero que en estas semanas os dediquéis a buscar por todas partes la calma o la primavera. Ambas cosas son buenas para el corazón.

 

Cuando tu madre te llama para la cena.

 

💞 Para compartir esta carta, usa este enlace.

🛎 Si pasabas por aquí y quieres apuntarte a este club, suscríbete.


🌝 Si te apetece saber más de mí, sígueme en Instagram y Twitter.

 

💨 Y si crees que es momento de marcharte, date de baja.