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Queridas personas vivas:

Si estáis recibiendo esta carta es porque elegisteis las opciones «correctas» en mi juego de hace dos semanas. O porque os habéis suscrito recientemente (soy como las compañías telefónicas, trato mejor a los nuevos).

En cualquier caso, gracias por estar aquí. Sois una selecta minoría. Y gracias sobre todo por seguirme el juego. Me habéis hecho muy feliz participando en este experimento.

Creo que, a veces en la vida, la única forma de sacar adelante un proyecto creativo es tomártelo demasiado en serio. He descubierto, por las malas, que si no pecas incluso de cierta arrogancia y desvergüenza para el autobombo, la economía de la atención te pasará por encima y tu proyecto quedará en lo anecdótico. Sin embargo, esta concepción de las obras creativas como productos me mata un poco por dentro. Porque recuerdo una época de la infancia, en la que nos inventábamos cosas simplemente para pasárnoslo bien, para jugar. No importaba si estos juegos no eran perfectos. Carecían de otra ambición que no fuera divertirnos a nosotros mismos, huir un rato de la realidad y sentir esa alegría inexplicable que trae a veces la imaginación. Después de haberme reencontrado con ella, tengo claro que recuperar ese tipo de felicidad cuando somos adultos es el proyecto creativo más importante de todos los que podemos llevar a cabo.

Gracias otra vez a todos los que me habéis ayudado a hacerlo y habéis compartido esta ilusión conmigo.

 

Música para teletransportarse

Si eres una persona de edad considerable quizá este tema te suene a cuando todo era nuevo y la vida estaba por estrenar. Y si eres mucho más joven, quiero pensar que sientes algo parecido. Después de todo, la idea original de su compositor era representar la belleza de las formas vivas en la naturaleza. Yo diría que lo logró.

 
En la flor de la vida.
 

Datos que hacen el mundo interesante

El 28 de diciembre de 1911, Ria Munk, una joven de 23 años perteneciente a una de las familias más poderosas de Viena, tomó un revolver y se disparó al corazón. No hubo duda del motivo, porque además del revolver, tenía consigo una carta de su amante, Hanns Heinz Ewers, conocido como «el Edgar Allan Poe alemán». En ella el escritor, dieciséis años mayor que la suicida, no solo daba por terminado su compromiso, sino que la llamaba «romántica incurable sin contacto con la realidad». Que no se iba a casar con ella se lo podríamos haber dicho nosotros a la pobre Ria con solo ver la foto de este apuesto y turbio escritor, simpatizante de Hitler, al que los propios nazis acabaron cancelando por «degenerado» (me encanta la ironía de este dato, pero en realidad es más probable que lo vetaran por su postura filosemita). La madre de la joven, devastada, pidió a Gustav Klimt que hiciera un retrato de su hija y el resultado fue una pintura donde Ria Munk aparece en su lecho de muerte. No era una fórmula macabra para la época, pero a la madre no le gustó, así que Klimt la volvió a pintar, esta vez más a su estilo: viva, sensual y semidesnuda. Mala idea también. La madre pidió a Klimt un tercer intento y el pintor, un poco harto ya, por fin retrató a la joven como su familia quería recordarla. Se trata del cuadro que encabeza esta carta. Munk aparece sonriente, con las mejillas llenas de vida y bien tapada. Lamentablemente, el retrato quedó para siempre inconcluso, porque en un irónico giro de los acontecimientos, Klimt falleció antes de acabarlo.

 

Un desayuno muy de vivos.

 

Datos que hacen el mundo interesante

Es un dato bastante conocido, pero no está de más recordarlo: la canción Stayin' Alive de los Bee Gees se usa en los cursos de primeros auxilios para realizar la reanimación cardiopulmonar, porque si se sigue el ritmo de la música, se aplica el número de compresiones adecuadas. Hay muchas más canciones que sirven para esta práctica, ¿pero quién podría olvidarse de esta?

 

La SSF y el enigma de las tres escritoras

Si leísteis mi última carta, sabéis que os pedía averiguar el nombre de una monja para entrar en cierta sociedad secreta de la que no puedo dar más detalles. La monja del cuadro que describí era Hildegard von Bingen. Muchas personas ya la conocían y supieron que se trataba de ella al leer la descripción del cuadro, otras personas llevaron a cabo una intensa investigación en Google (mis disculpas a todos los que buscasteis «nun tentacles» y tenéis ahora que vivir con ello), otras revisaron listados de monjas escritoras medievales y otras simplemente pusieron «monja escribiendo tablillas» en el buscador y les salió como primer resultado en imágenes. La vida es así. Gracias, en cualquier caso, a todos los que lo intentasteis y no acertasteis con el nombre. Me habéis descubierto a muchas santas interesantes. Y me habéis sorprendido y halagado con vuestro interés en participar.

Pero esto es como el examen que suspendes porque no te han dado tiempo suficiente o porque ni siquiera pudiste ir a clase ese día. Es injusto. Así que aquí viene el trabajo de recuperación.

En una de mis cartas de verano, mencioné a una de mis escritoras favoritas de principios del siglo XX. Una escritora con jardín (no es Gertrude Jekyll ni Vita Sackville-West, digamos que mi escritora era simplemente una aristócrata aficionada a la jardinería). Un día, leyendo sobre su vida, me enteré de que esta increíble mujer era prima de otra escritora cuyos relatos me habían fascinado hacía años. Descubrir que dos de tus escritoras preferidas interactuaron en su tiempo es genial, pero si son tres es aún mejor. Resulta que la prima tenía una estrecha relación de amistad y rivalidad con una tercera escritora, muchísimo más famosa que las dos primeras. Si averiguáis los tres nombres y me los enviáis aquí, podréis entrar en la sociedad. Y si ya de paso leéis a alguna de ellas, seguro que saldréis ganando. No hay límite de tiempo. La puerta seguirá abierta.

 

Universos a los que mudarme

Estas dos semanas a los vivos os he imaginado así, como los personajes de estas ilustraciones para Jugend de Ludwig von Zumbusch.

 

Aquí me despido. Recordad si queréis compartir esta carta podéis usar este enlace. ¿Queréis que la lean los muertos? ¿Querrán los muertos compartir la suya con vosotros? Espero que sí.

 

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🚪 Y si crees que es momento de marcharte, date de baja.

 

📸 CRÉDITOS

1. Posthumous Portrait of Ria Munk III de Gustav Klimt

2. Fotograma de Candy, Candy

3. Fotograma de A Nest of Gentlefolk, 1969