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Foto de National Geographic, 1964
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Queridos míos:
Es ya para mí tradición estival, como los fuegos artificiales, escribiros una de estas cartas desde la biblioteca pública. No he llegado a establecer una fecha concreta, pero en cuanto terminan los exámenes de junio, me siento obligada a venir aquí al menos una vez, como quien ha hecho promesa a la virgen. No hay templo más sagrado en verano que este lugar donde el rumor del aire acondicionado es el único sonido constante.
No sé si os habéis fijado alguna vez, pero en verano no se busca refugio, se «huye» del calor. Mientras que el frío del invierno invita al encuentro, el verano es tiempo de escapar. Los lugares semivacíos y con sombra fresca que en invierno evitaríamos se transforman en oasis urbanos durante los meses estivales. Y el silencio que tanto deprime cuando anochece pronto ahora se vuelve un alivio necesario.
El canto desgañitado de los pájaros, el chirrido constante de las cigarras, los chapoteos de los niños, los grupos de personas que gritan porque la alegría les explota dentro. Todo forma un bullicio que se disfruta más si puntualmente se huye de él.
Soy el tipo de persona que viene a la biblioteca en verano, que necesita ir al baño en las fiestas aunque no tenga ganas de usarlo, que sube por las escaleras para disfrutar el eco vacío de los rellanos y que abandona pronto su lugar en las sobremesas. No me aburro de nada, no es que lo odie. Solo necesito unos minutos sin tener que ser nada para poder volver a ser yo.
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En estas cartas os he hablado de cuando estrenamos Blum, de cuando esta historia de ficción llegó a número uno y de cuando meses después nos hizo ganar un Ondas del podcast. Ahora me hace muy feliz contaros que lo hemos adaptado a inglés y que esta nueva versión me gusta tanto o más que la original. Si lo escuchasteis en español, os animo a que se lo recomendéis a vuestros amigos de otros países (sé que sois gente muy cosmopolita). Aquí os pongo el enlace a dos, pero ya tenéis todos los capítulos en todas las plataformas.
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La anomalía es una de esas historias de ciencia ficción que no ocurren en un futuro lejano, sino que podrían pasar mañana. La historia tiene algo de blockbuster hollywoodiense, ideas interesantes que solo pueden venir de un escritor matemático y un poco de novela francesa de toda la vida. El combo es raro pero funciona.
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🥔 El aperitivo
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Llegó el día que, como cualquier persona curiosa, por fin compré y probé las patatas fritas de Belén Esteban después de haber oído decir mil veces que estaban buenísimas. Nada más llevarme una a la boca, quedé satisfecha con su calidad y sabor, pero sobre todo impresionada por mi paladar prodigioso para la alimentación industrial. ¿Cómo puedo ser tan básica para la cocina de verdad y toda una connossieur de los snacks de bolsa? Con solo un bocado, supe que estas patatas estaban emparentadas con las murcianas Pijo y la información del envase me lo confirmó: ambas marcas salen de la fábrica Rubio. ¿Arriesgadas propuestas de branding? Sí. ¿Calidad ultrarrecomendable? También.
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🚫 La desrecomendación
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Esta semana os desrecomiendo que tengáis vergüenza. La vergüenza como todo el mundo sabe está fatal repartida y es muy posible que si la tenéis, os sobre. Cargar con excesivas vergüenzas, en verano especialmente, viene mal para todo. Absolutamente desrecomendada.
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Actitud para esta semana:
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Me despido por hoy. Esta semana, planead una huída.
Con cariño,
Carmen
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