Este sábado os escribo más contenta que hace dos semanas y más feliz de lo que he estado en varios meses

Ver en navegador

Secuencia de fotos de Eadweard Muybridge

Queridas personas:


Este sábado os escribo más contenta que hace dos semanas y más feliz de lo que he estado en varios meses. La razón principal es que pude pasar unos días de vacaciones en casa de mi hermana con mi familia. Una vez os hablé de que tengo un diario que me sirve para calmar la sensación de que el tiempo se me va de las manos. Algo que suelo apuntar cada mañana es qué pretendo hacer con mi día. Casi siempre tiene que ver con el trabajo que quiero quitarme de encima para reducir mi nivel de ansiedad, pero durante esta semana de vacaciones, cuando rellenaba el diario, mi única aspiración era disfrutar de las horas: jugar un rato con mi sobrino, tomar el sol, mirar las flores del jardín de mi hermana, comer algo rico, reírme con mi madre... En resumen, pasármelo bien. Por la noche, en la cama, pensaba que tenía que hablar con vosotros de esto: ¿No deberían ser todos los días así? ¿No deberíamos tener cada mañana la simple aspiración vital de arrancarle algo de disfrute a nuestro tiempo? Reconozco que en muchas de mis cartas he contribuido a reforzar esta idea. Quizá es que tengo un umbral de sufrimiento muy bajo y lo que hago para sobrellevarlo me coloca en un espectro que alguien más equilibrado podría calificar como hedonista.


Pero ahora que los días de ocio han acabado y he retomado mi rutina, tengo una sensación de claridad absoluta. Estoy en ese momento en el que, al volver de vacaciones, somos pequeños budas iluminados con sabiduría y perspectiva vital. Como sé que esa visión se esfuma pronto, voy a dejarla por escrito aquí: no, no quiero estar de vacaciones permanentemente. Quiero hacer cosas que implican trabajo y momentos de agotamiento, pero ninguna de esas cosas, por importante que sea, merece la pena si me consume por completo y no me deja tiempo para escaparme y disfrutar de la vida.


Es un equilibrio difícil: hay una fina línea entre asumir que la propia experiencia de vivir implica ciertas dosis de esfuerzo, trabajo y sufrimiento, y aceptar —o incluso celebrar— el sacrificio impuesto para prosperar dentro de un sistema innecesariamente complicado e injusto desde su misma base. Quizá la felicidad no consista solo en acumular todos los momentos de bienestar que podamos, sino en estar en paz con el nivel de sufrimiento que somos capaces de tolerar, si tenemos el privilegio de poder elegirlo. Hacer este ejercicio de sinceridad es una experiencia difícil y solitaria. Hay días que tienen que ser grises solo para que otros puedan brillar en la memoria. Pero mi idea de día gris y la de cada uno de vosotros no creo que coincidan. Mi consejo es que penséis en ello y tracéis vuestras líneas rojas, aunque sean distintas a las de la gente que os rodea. Entre el culto a la productividad y el carpe diem todos tenemos nuestro sitio.

🎧 Un tema polivalente. Sirve para escucharlo con los ojos cerrados sin mover un músculo o para bailar hasta quedarnos sin aliento.

Una cita

Desde que leí The Overstory de Richard Powers, hay unas líneas que tengo clavadas. Dos personajes están en una plataforma a gran altura en un bosque. Una especie de paraíso entre las copas de los árboles donde no tienen nada que hacer y pueden observar la naturaleza en todo su esplendor. Y entonces viene la cita:

Sitting still and looking: their new job description. But they’re humans, and soon enough their eyes fill up. She says, “Let’s explore.”.

¿Qué nos pasa a los humanos? ¿Por qué, ante algo inconsurablemente bello, somos capaces de mantener la atención solo durante un rato? En seguida «se nos llenan los ojos» y necesitamos encontrar algo nuevo o concentrarnos en alguna preocupación. La pregunta es retórica. Entiendo que nuestro cerebro funciona así por razones evolutivas, pero de verdad os lo digo: me agota ser humana.

Un descubrimiento

Touch for luck es un proyecto artístico que funciona como metáfora de las dinámicas digitales en las que vivimos atrapados, pero creo que podría entenderse también como metáfora de la propia vida. Probadlo (hay que entrar desde el móvil) y me contáis si tengo razón o no.

Un tesoro

Estos zapatines de cortesano francés del siglo XVII me transmiten vibraciones de ociosa incomodidad. De beber para aguantar ese taconcito absurdo, de fiesta, impracticidad y exuberancia. Son los zapatos mentales que pienso calzar este finde.

Hoy llego hasta aquí. Espero que esta carta os haya animado a hacer más cosas o todo lo contrario.

Yo en el jardín de mi hermana.

🔗 Para compartir esta carta, usa este enlace.

🙌 Si has llegado por casualidad y quieres quedarte, suscríbete.


👋 Y si no quieres seguir leyéndome, date de baja.