Queridas personas:

¿Qué tal estáis? Yo seré franca con vosotros: me encuentro agotada. Tengo toneladas de trabajo, el cambio de hora me ha quitado años de vida y, ah, sí, seguimos atravesando una pandemia mundial que siempre creemos que está a punto de acabarse pero al final no. La luz al final del túnel empieza a parecerse a un sol de mediodía en el desierto.

Aun así, no puedo quejarme. Me doy cuenta estos días de que el cansancio, en cierta forma elegido, es la terapia de los adictos al trabajo, los deportistas, los que no soportan ver un hueco en la agenda y los padres y madres entregados.

El cansancio, cuando no es crónico, reorganiza tus prioridades, acota la deriva mental y te obliga a meterte en la cama a una hora razonable. Te recuerda que lo único importante es sobrevivir al día.

Pero es tan distinto este cansancio sano del que sufre otra gente, que lo siento casi un privilegio. Qué bien nos hace el cansancio a veces, qué suerte si no tenemos que vivir cansados y qué importante saber diferenciar una cosa de la otra.

Me encantan los temas como este, esos que dibujan complicados nudos en el aire mientras deshacen los de tu cabeza.

Una Carmen que cuando estaba menos cansada escribió una cosa con mucha energía y otra que, hace muchísimos años, reflexionó sobre un tema muy apropiado para la Semana Santa.

The Assistant es una peli sobre el cansancio, pero no del bueno, sino del que te erosiona y, sin darte cuenta, te hace más pequeña, más arisca, más callada. De ese que te va minando día tras día, aunque en la historia no pasen más de 24 horas.

Supongo que a veces también os pasa que os gustaría sentaros un ratito a leer tranquilamente pero estáis demasiado cansados para distinguir un renglón de otro. Pues no os preocupéis, podéis alcanzar un estado mental parecido viendo esta lista de pinturas de mujeres leyendo. Un tema que, por lo visto, ha fascinado a pintores de todos los tiempos: mira a esa encantadora criaturilla ensimismada en las páginas de un libro, ¡el cerebro femenino está lleno de sorpresas!

«Revenge Bedtime Procrastination» es uno de esos nombres simpáticos que se les da a fenómenos tristísimos. Lo bueno es que al menos se pone nombre a algo que a todos nos ha pasado alguna vez: quedarnos despiertos hasta las mil haciendo nada, porque el resto de horas del día no hemos podido disponer de nuestro tiempo. Si os acordáis de esta carta que os mandé, sabréis que este es uno de esos temas que me obsesionan y podría escribir largo y tendido sobre lo que pienso al respecto, si no estuviera tan cansada.

Me despido por hoy. Hasta mi próxima carta, por favor, descansad.

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