En contraste con la actualidad, con este entramado humano que hemos complicado hasta lo ridículo, la primavera ha traído consigo este año una belleza difícil de ignorar.

25 de mayo, 2024

de Carmen Pacheco

Nube de ceniza en el Monte Pinatubo (Filipinas), National Geographic, 1992

Queridas personas:

En contraste con la actualidad, con este entramado humano que hemos complicado hasta lo ridículo, la primavera ha traído consigo este año una belleza difícil de ignorar. Y no es que yo haya estado especialmente receptiva. A pesar de haber detectado su luz temprana y haber paseado entre los árboles en flor de mi calle, hasta finales de marzo no la sentí del todo. Me atacó de pronto, al llegar a una casa de pueblo y ver el jardín florecido, como si fueran los adornos de una fiesta a punto de empezar. Qué feliz fui esa tarde antes de que se marchara el sol, tumbada bajo un pino, rodeada de una corte anaranjada de caléndulas y dos ciruelos vestidos de blanco. Me llegaba el olor de los laureles chinos cuajados de flores y el trino frenético de los pájaros preparándose para tardes más largas.

El otro día, ya en mayo, paseaba sola por Madrid y la ciudad desprendía una hermosura insoportable. Rosas reventando en los parques y, por todos lados, árboles con el verde recién puesto, exuberante, que aún guardaba la lluvia de abril. 

Pero la belleza de esta primavera urbana es doméstica, inofensiva, la que cabe en nuestras fotos. Hay otra belleza natural mucho más grande, terrible, que acosa y puede matarte. Y al mismo tiempo es la única razón que encuentro a veces para vivir.

La primera vez que su presencia me abrumó fue en Costa Rica, hace muchísimos años, cuando llegamos en lancha a un pedazo de selva que solo podía alcanzarse por mar o aire. La masa verde, negra al irse ya la luz del ocaso, era una fuerza amenazante, un tsunami parado, esperando a tragarnos. Odié la selva mientras estuve allí, pero vuelvo a ese recuerdo cuando me siento perdida

Me pasó algo parecido con el volcán de La Palma, que vi en erupción a una distancia impensable. No me extraña que los estallidos de la tierra engendren religiones. Se me hacía imposible estar en su presencia y no creer en algo grande. Aún guardo ese rugido en el corazón.

La última vez que viví una experiencia de este tipo fue la otra noche, cuando sola en casa y a oscuras, vi una ventana iluminarse de verde. Tuve la suerte de ser testigo del meteorito —bólido, para ser exactos porque no llegó a tocar el suelo, se deshizo en una estela gloriosa— que atravesó el cielo de España y Portugal. No lloré esta vez, pero me quedé temblando porque ni siquiera llegaba a entender lo que había presenciado.

No creo en las señales del destino, pero sí en las casualidades útiles. El meteorito fue para mí un recordatorio. No sé si es el signo de los tiempos, si a vosotros os pasa lo mismo o solo soy yo, pero, aunque siempre me he preguntado qué pintamos aquí, últimamente lo hago con más frecuencia. Y la otra noche recordé que no tengo que encontrar respuesta a esa pregunta. Que basta con mirar alrededor, ser testigo, presenciar la belleza terrible de este mundo, mientras sigo viva.

 

🎧 Me va a costar muy caro escuchar el disco al que pertenece la canción de esta carta porque el algoritmo de Spotify lleva años atribuyéndome una francofilia que no sé de dónde se saca y esto solo le va a dar la razón. Pero es un disco precioso. Os recomiendo que lo escuchéis entero.

β₯ Spotify / β₯ YouTube

 

✦ ¿Quieres compartir esta carta? Aquí tienes el enlace ✦

 

➀ Doce cositas

Esta semana voy a cambiar de formato, simplemente porque me apetece. Más cositas, menos texto.

  1. πŸ–οΈ Una visión: Este carrusel de fotos en Instagram me ha dado unas ganas de verano que no esperaba tan pronto y un moodboard al que encomendar mi espíritu.

  2. πŸ€“ Un artículo: Horas antes de ver el meteorito la otra noche, había estado leyendo este viejo texto de Paul Dirac. Creo que conseguí procesar menos de un 25 %, pero me bastó para recordar que la realidad es interesante porque apena sabemos nada de ella.

  3. πŸ”οΈ Una web: El Tumblr del que he sacado la foto de arriba. Amo las fotos antiguas de National Geographic.

  4. πŸ“„ Una app: Estos días estoy leyendo artículos en Omnivore. Es una app similar a Pocket, Matter o Instapaper, pero gratuita y de código abierto. Me encanta.

  5. 🐸 Una newsletter: Gárgola digital de Ainhoa Marzol es de las poquísimas newsletters que abro en cuanto me llega. Su entusiasmo por los rincones más peculiares de internet me reconcilia un poco con las pantallas.

  6. πŸͺ»Un artista: Odio las plantas artificiales, pero si son esculturas no.

  7. πŸŒ‹ Un mapa: En algún lugar del mundo la tierra se está moviendo ahora mismo. Y en este mapa lo puedes ver.

  8. 🌹 Un consejo: salid a pasear por los parques. Es el momento. «Tocar hierba» no está mal, pero yo soy más partidaria del clásico «stop and smell the roses».

  9. πŸ–ΌοΈ Una idea: Enmarcar todo tipo de notas, tickets, dibujos... Probablemente no lo haga jamás, pero de ahora en adelante fantasearé con ello.

  10. πŸ’… Un cuadro: Con esta actitud y esta elegancia os quiero ver en vuestros paseos primaverales.

  11. πŸͺ Un dato: La cordillera de los Apalaches es más antigua que los anillos de Saturno.

  12. 🧘 Un haiku:

If there are mountains, I look at the mountains;
On rainy days I listen to the rain.
Spring, summer, autumn, winter.
Tomorrow too will be good.
Tonight too is good.
                      

    β€• Santōka Taneda  (Traducido por John Stevens) 

 

✦ ¿Has llegado por un enlace? Suscríbete ✦

 

➀ En el club

Esta newsletter tiene una fantástica comunidad en Telegram. Para uniros solo tenéis que usar este enlace desde un móvil.

πŸ“– Estas dos semanas hemos estado comentando Peregrinos de la belleza en nuestro club de lectura. Aún estáis a tiempo de sumaros a la conversación o ir preparando ya la siguiente lectura para el 6 de julio. Sala #138

 

➀ Un agradecimiento

Me escribisteis unos mensajes preciosos después de mi última carta. Siempre me escribís cosas bonitas, pero esta vez fueron muchos más y además los necesitaba. Gracias de verdad. Y por supuesto, gracias también a todos los que compartís mis cartas y a los que simplemente estáis ahí leyéndome. No sabéis lo importantes que sois para mí.

 

Me despido por hoy. Hasta mi próxima carta abrid bien los ojos y observar toda la belleza posible, sea doméstica o terrible.