Me he tomado esta última semana de vacaciones y os alegrará saber que he conseguido dejar momentáneamente aparcada mi preocupación por el fin de los tiempos y ser feliz para variar

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Ilustración de The King Who Was Too Busy de Eugene Fern

Queridas personas:

Me he tomado esta última semana de vacaciones y os alegrará saber que he conseguido dejar momentáneamente aparcada mi preocupación por el fin de los tiempos y ser feliz para variar: he abrazado a mi hermana y a mi madre, he estrenado un bañador en una piscina rodeada de flores, he conocido a mi nuevo y diminuto sobrino que no perdió la oportunidad de mearme encima, he pasado por una alfombra roja, he subido a un escenario a recoger un premio Ondas del podcast, he tenido la oportunidad de hablar con gente estupenda a la que admiro y de alguna manera he logrado ser consciente de cada momento y disfrutarlo por completo.

Mientras escribo esto, me siento satisfecha y agradecida porque el viaje que empezó hace poco más de una semana me haya llevado a momentos tan luminosos que ya atesoro en la memoria. Sin embargo, uno que brilla con luz especial es el de hace dos viernes, a las dos de la tarde en Madrid, en pleno comienzo del puente de mayo, con un aire anticipado de verano, de ganas, de vacaciones, de gente que caminaba por la calle con maletas o hablando por el móvil, con un ánimo efervescente por las cosas que aún estaban por pasar.

La felicidad está bien, pero la anticipación de la felicidad es aún mejor: cuando todo está en el aire aún y el futuro se perfila resplandeciente, nuevo, potencialmente infinito.

Las personas neuróticas como yo disfrutamos muy poco de estos momentos, lastradas como siempre estamos por miedos, ansiedades y una vaga sensación de fatalidad, esa palabra terrible que significa al mismo tiempo desgracia y destino. Por eso, cuando logro vivir un instante de anticipación positiva lo saboreo segundo a segundo como si fuera la experiencia más insólita.

No aspiro a convertirme a estas alturas en una optimista pero sí necesito rehabilitarme de mi aversión al paso del tiempo y disfrutar con anticipación de lo que es seguro que está por llegar: notar ahora cómo los días se hacen más largos, observar el vuelo de los primeros vencejos, escribir listas de cosas que me apetece hacer este verano, pensar en los regalos que podré hacer a mis sobrinos cuando sean mayores, planear con cuidado lo que me voy a poner para ir a una fiesta y en general cultivar pequeñas ilusiones respecto al futuro con la esperanza de que alivien el vértigo que me provoca. A veces los momentos previos a las ocasiones importantes son más preciosos que los eventos en sí, porque como dijo Stendhal: la belleza es una promesa de felicidad.

 

๐ŸŽง Sí a todas las versiones posibles de esta canción.

 

Un dato

Cosa random que se me viene una y otra vez a la mente estos días y que por supuesto os voy a compartir aquí: las predicciones del oráculo de Delfos en la Antigua Grecia eran las más fiables para los dirigentes de la época que consultaban allí cuestiones de Estado. Pero quizá eran fiables porque eran las más consultadas y no al revés. Hasta Delfos peregrinaban personas de todos los puntos del mapa y las preguntas que hacían eran un buen indicador del contexto en cada región por lo que en Delfos se manejaba más información que en cualquier otro sitio. Más datos, mejores predicciones.

 

Una peli

Picnic at Hanging Rock es una peli de culto con la que llevo mucho tiempo obsesionada. Según empecé a verla me pareció que todo el mundo implicado en la producción debía de estar ligeramente drogado y nada podrá convencerme de que no es así. Al margen de eso, me encantó y se quedó a vivir gratis en mi cerebro porque no es una historia sobre «lo que pasa», sino sobre los momentos previos y posteriores a «lo que pasa». No es para todo el mundo, pero si queréis darle una oportunidad, la tenéis en Filmin.

 

Un tesoro

Estas sandalias bizantinas de mujer tienen unos 1500 años y se encontraron en una excavación en el actual Yenikapi, en Turquía. La inscripción en griego pone «úsalas con salud, señora, úsalas en belleza y felicidad».

 

El club

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Gracias una vez más por estar activos en el club de Flecha y recomendar tantas lecturas interesantes. Esta semana, POR FIN, abrimos la sala para hablar de qué os ha parecido Abril encantado. Escribo esto, mientras veo buganvillas de cuatro colores distintos por la ventana así que estoy con el ánimo perfecto para hacerlo.

 

Unos versos

There's a bird and a stone
in your body. Your job is not

to kill the bird with the stone.

 

Victoria Chang en The Trees Witness Everything

 

Me despido ya, que aún me quedan algunas horas de vacaciones. Voy a ponerme a pensar ya qué quiero hacer con ellas. Nos leemos aquí en dos semanas o en el club.

 

Oh, el futuro.

 

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