Ver en navegador

Astrid Heeren fotografiada por Jeanloup Sieff para Harper's Bazaar, 1964

Queridos míos:

No sé qué impresión tenéis de mí, pero al contrario de lo que pueda parecer, soy una persona poco interesada en los lujos materiales. En primer lugar, porque hace tiempo me di cuenta de que para rodearme de objetos físicos que de verdad marcaran una diferencia en mi estado de ánimo, necesitaría ser rica. No de clase media alta, sino extraordinariamente rica. Lo cual no es del todo imposible, pero sí muy improbable. Y en segundo lugar, porque lo que la mayoría de la gente llama «lujos materiales» ¡son en realidad símbolos! ¿Es que acaso solo lo veo yo? Símbolos de pertenencia a un grupo, a una clase social. Símbolos para autoafirmarte, para sentirte más importante, más sofisticado o simplemente para aceptarte a ti mismo. Y no me entendáis mal: me encantan los símbolos y vivo de ellos. Me considero creadora, intérprete y consultora de símbolos. Los uso constantemente para trabajar y expresarme. ¿Pero confundirlos con verdaderos lujos? Nunca.

Soy gran amante, sin embargo, de los placeres inmateriales. Me gusta tomarme días libres y pasarlos sola, sin hablar con nadie ni hacer absolutamente nada de interés. Me gusta ver a mis amigos y tener conversaciones larguísimas, decadentes y divertidas. Me gusta quedarme horas en la cama sin motivo, comer y trabajar tumbada si me apetece. Me encanta tanto el derroche absurdo de energía como la improductividad voluntaria. Me maravillan las fiestas y más aún abandonarlas cuando pierdo el interés. En resumen, me gusta mucho hacer en cada momento lo que me da la gana.

Este verano está siendo terrible para la economía, pero no menos nocivo para este tipo de lujos inmateriales. Yo misma dije que es un verano de «aspiraciones modestas y placeres sencillos». Y por supuesto, también es un verano para ser responsables y tener un mínimo de empatía y no hacer el imbécil. Pero toda esta racionalidad, toda esta preocupación constante está matando la parte que más disfruto de mí.

 

😿 El tema

 

Tengo la canción perfecta para que lloremos todos juntos un poquito por este verano fistrísimo, pero sin que se nos estropee el maquillaje ni montar un gran drama.

 

 

🌑  La carta de la semana pasada llegó a mucha gente con un error de formato y es una pena porque yo diría que me quedó bastante bien. La podéis leer aquí.

 

👭 Las amigas

 

Un requisito imprescindible para mantener el interés por la existencia es comentarlo todo con alguna amiga. Me refiero a tener largas e intensas conversaciones sobre los temas más irrelevantes, superficiales, absurdos y sensacionalistas (spoiler: ¡en realidad no lo son! ¡en realidad es la propia esencia de la vida la que se oculta tras estos detalles y por eso hay que comentarla!). Estaba yo hace unas semanas buscando un podcast para escuchar mientras afrontaba algo tan aburrido y veraniego como deshacer una maleta, cuando me empezaron a seguir en Instagram Las sentías, dos amigas con un podcast de verano, y lo consideré una señal. Me hizo gracia oír mencionada esta carta (dolorosísimo el comentario de que siempre acabo en spam, por cierto) y me gustó su tono espontáneo y apasionado por las cosas de la vida. Es el mismo espíritu de Las amigas estupendas, una cuenta que lleva mi amiga Virginia con otra amiga suya y que os recomiendo también.

 

🇮🇳 La leyenda

 

Como sigo sin poder concentrarme en la lectura, ahora mismo los podcast son el sustento vital de mi imaginación. Y además mientras los escucho puedo hacer otras cosas. Con deciros que el otro día hasta arreglé una cremallera y cosí un botón (sigo en shock aún tras la experiencia)... Este podcast maravilloso de solo tres capítulos que alguien me recomendó me transportó muy lejos y me tiene pensativa desde que lo escuché

 

🚨  Segundo aviso: esta es la penúltima carta de verano. Si os apetece seguir leyéndome durante el resto del año y nunca habéis recibido Flecha, mi otra newsletter, tenéis que daros de alta aquí.

 

💋 La diva 

 

Esta es Dovima fotografiada por Richard Avedon en el templo de Hatshepsut en Tebas (¿recordáis cuando visité este mismo templo y os conté la historia de su faraona? He rescatado aquellos stories y pondré más fotos de esta sesión hoy en Instagram). Es curioso que habiendo sido la musa por excelencia del fotógrafo, sin la cual esta famosa imagen con los elefantes no existiría, acabara su vida arruinada y olvidada por el mundo de la moda. Bueno, no es curioso, es lo de siempre. Aún así, el otro día pensaba: puede que ya no fuera rica y puede que ya no trabajara en moda, pero Dovima seguiría siendo Dovima, ¿no?

 

Aquí me despido. Espero que esta semana podáis daros el lujo de preocuparos lo menos posible.

Con cariño,
Carmen

P.D.:

💊  Para una dosis extra de OLA, sígueme en Instagram.

🤗  Recuerda: nunca es tarde para suscribirte.

 

🧳  O, por supuesto, darte de baja

 

Copyright © 2020 Carmen Pacheco, Todos los derechos reservados.