Me trae muy loca la existencia de un género de videojuegos que combina los simuladores de profesiones con el terror. En estos juegos debes afrontar una serie de fenómenos paranormales mientras llevas a cabo un trabajo precario. Y no me refiero a que la profesión tenga que ver con el terror como The Mortuary Assistant o a que el elemento de terror aparezca mientras uno está trabajando, como en Five Nights at Freddy’s, y el objetivo entonces sea sobrevivir. Me refiero a que parte de la mecánica del juego incluye seguir haciendo tu trabajo, mientras el infierno se desata a tu alrededor. Es la cosa más 2025 que se me ocurre.
Por ejemplo, en Order 13 tienes que empaquetar pedidos y cumplir tu cuota del día en un almacén donde una criatura monstruosa vaga por los pasillos. O sea, como Teseo y el minotauro solo que no eres un héroe ni tienes una misión, sino una trabajadora explotada que duerme en el propio almacén y que además tiene que cuidar de su gato.
(Me pregunto si el gato estará inspirado en este. Después de todo, Ripley es una de las primeras trabajadoras precarias del terror).
De restaurantes hay muchos, como At Tony’s o Kiosk. Aquí eres un pobre cocinero que tiene que cumplir con los pedidos mientras pasan todo tipo de cosas terroríficas. ¿Aparecen manchas de sangre en las paredes? Bueno, yo tengo que seguir haciendo esta pizza margarita porque el alquiler no se paga solo.
En For Sale eres una empleada de una agencia inmobiliaria. La casa donde te han mandado a trabajar está claramente embrujada y ocurren fenómenos paranormales ante tus ojos, pero aún así tienes que cumplir con la lista de fotos que te han mandado hacer porque la propiedad ha de venderse sí o sí.
Hace una década, en el imaginario popular de series, pelis y demás franquicias de terror y ciencia ficción se fantaseaba con todo tipo de catástrofes globales porque suponían la disrupción de un sistema del que estábamos hartos. En 2020, sin embargo, llegó la pandemia y descubrimos que en condiciones apocalípticas no solo había que seguir trabajando sino que además conservar tu trabajo era un privilegio. Estos juegos son un signo de nuestros tiempos. La normalización de la precariedad en condiciones extremas es el verdadero terror.
